Turdus merula

Familia : Turdidae

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Texto © Dr. Gianfranco Colombo

 


Traducción en español por la Dra Cristina Valcuende

 

Turdus merula macho, audaz y territorial, delimita con su canto, desde el amanecer hasta el anochecer, las fronteras invisibles de su reino. Común en Europa, parte de Asia y Australia donde ha sido introducido recientemente por el hombre.

Un Mirlo macho, audaz y territorial, delimita con su canto, desde el amanecer hasta el anochecer, las fronteras invisibles de su reino. Común en Europa, parte de Asia y Australia donde ha sido introducido por el hombre © Gianfranco Colombo

Cuenta una antigua leyenda que el Mirlo era blanco pero que, tras refugiarse en una chimenea para calentarse, salió de allí tres días después completamente negro por culpa del hollín.

Eran los días 29, 30 y 31 de enero, los que más tarde serán en la tradición popular los “días del Mirlo hembra”.

Como todos sabemos y hemos tenido ocasión de comprobar en primera persona, los mirlos son hoy en día realmente negros, pero, como veremos más adelante, no todos.

El Mirlo común (Turdus merula Linnaeus, 1758) pertenece al orden de los Passeriformes y a la familia de los Turdidae y es hoy un ave muy común entre nuestras casas aunque hace tan sólo unas décadas era un ave puramente de campo, bosques y zarzales.

Una costumbre que le ha llevado, sólo en nuestro mundo occidental, a vivir en estrecho contacto con el ser humano y a aprovecharse de todo lo que éste hace.

Así hoy lo vemos picoteando migajas y restos, esquivando coches y peatones y peleándose con las omnipresentes palomas de ciudad. Luego lo oímos discutir y bromear con nuestros perros y gatos domésticos, también desorientados por una detención antinatural. Lo encontramos nidificando en medio de las glicinas, trepando al balcón del vecino y produciendo crías cada vez más sanas y vigorosas,. Lo oímos por la mañana gorjear a pleno pulmón desde lo alto de alguna antena de televisión y despertarnos fuera de horas que, aunque melodiosamente, no coinciden forzosamente con la hora decidida para levantarse de la cama.

Hembra de Turdus merula en una barandilla. Es una de las aves más antrópicas que hoy en día abandonan el campo para ir a la ciudad.

Hembra en una barandilla. Es una de las aves más antrópicas que hoy en día abandonan el campo para ir a la ciudad © Gianfranco Colombo

Este es el Mirlo de ciudad, siempre de paso, amigo divertido de todos y simpático incordio matutino.

En realidad, el reloj biológico del Mirlo, en particular al principio y al final del día, no es demasiado normal.

Una hora antes del amanecer empieza a cantar sin parar, inventando todo tipo de trinos e intentando acallar el ruido del primer tráfico matinal que fluye despreocupado bajo el dormidero.

Durante el período reproductivo, lo hace todas las mañanas desde el mismo dormidero, haga el tiempo que haga, declarando a todos sus enemigos que ha tomado posesión del territorio.

Por la tarde, en plena oscuridad y antes de retirarse al interior de su refugio nocturno, aquí está gorjeando con un chillido loco con ese penetrante chik chik, para avisarle de que para él el día ha terminado.

El mensaje es claro para todos, para los semejantes, para los humanos y para toda la naturaleza circundante: el jefe soy yo.

En los sitios que antaño eran sus hábitats naturales, bosques y campos, Turdus merula se ha convertido en un ave no tan común como lo era en el pasado.

Parece que la conurbación humana de la segunda mitad del siglo pasado, ha arrastrado simultáneamente a esta ave y su futuro.

Hay pues una notable diferencia entre las ciudades y los suburbios del campo. Los primeros, además de aprovechar los beneficios provenientes de la presencia humana y sus actividades, dan muestras de un bienestar generalizado, con un aumento continuo de las poblaciones, con una ampliación constante de los lugares a colonizar y con una desvergüenza cada vez más creciente.

Un raro macho blanco de Turdus merula llamado leucista. No se trata de albinismo, en este caso los ojos no son rojos sino perfectamente regulares. Se trata de una mutación genética recesiva hereditaria.

Un raro macho blanco llamado leucista. No se trata de albinismo, en este caso los ojos no son rojos sino perfectamente regulares. Se trata de una mutación genética recesiva hereditaria © Gianfranco Colombo

Por el contrario, los de campo tienen las dificultades habituales, perezosos y desconfiados de todo y de todos, siempre alertas ante posibles depredadores, sin un momento de respiro sobre todo lo que les rodea, distancias de escape impensables hacia los humanos si se comparan con los de ciudad y, por desgracia, una disminución continua de su número.

Como hemos dicho, Turdus merula es negro pero a veces se ve afectado por el albinismo y el leucismo con ejemplares, en particular los machos, más o menos marcados por manchas, canas o, más raramente, completamente blancos.

Tal particularidad no pasa desapercibida ni siquiera para el observador más distraído.

Es tan familiar que por lo general ni siquiera le echamos una mirada cuando cruza el camino del jardín, rápido como una rata negra, no nos dignamos a mirarlo cuando cloquea alarmado en la barandilla de nuestro balcón y ni siquiera cuando escarba al sacudir el mantel después del almuerzo en los restos caídos , pero muy atentos cuando muestra comportamientos especiales o inusuales y listos para preguntarnos… pero, ¿es nuestro mirlo?, ¿qué le pasó?

Es que entró por la fuerza en nuestras familias.

La tradición popular europea contempla varios cuentos y fábulas referidos al Mirlo.

Además de la historia tradicional del pájaro blanco que se volvió negro a causa del hollín, existen otros cuentos populares que recuerdan a esta ave.

En la España del siglo X, el emir Abd-ar-Rahman I, constructor de la Medina de Córdoba,d’ébène a un mirlo blanco que cantaba en el alféizar de su ventana, la conquista de su amada esposa Zagara y su recuperación de la tristeza que lo había perturbado.

La condesa Matilde de Canossa vio a su Mirlo enfermar y perder las plumas pero lo salvó sumergiéndolo en las aguas de las fuentes de Casciana, Pisa que lo curaron y rejuvenecieron inmediatamente. Repitió la prueba sobre sí misma y fueron tales los beneficios que hizo construir in situ en el siglo XII la primera planta termal.

Dicen que San Siro de Struppa, a quien estaba dedicada una pequeña iglesia en las afueras de Génova, hizo curaciones milagrosas, entre ellas la de un Mirlo al que de joven tenía mucho cariño.

Generalmente dos machos de Turdus merula tan juntos se matan por infracción territorial pero el negro lo confunde con otra especie y el blanco puede no darse cuenta de que es un mirlo.

Generalmente dos machos tan juntos se matan por infracción territorial pero el negro lo confunde con otra especie y el blanco puede no darse cuenta de que es un mirlo © Gianfranco Colombo

Por la facilidad con la que se le toma en la caza, en Italia se le ha comparado con una persona de buen carácter y simplona, ​​tanto que ha entrado en nuestro modo de hablar con el dicho “eres tonto como un Mirlo”.

Sin embargo, este pájaro tiene características de astucia y oportunismo que ciertamente no son comparables con el arquetipo indicado por nosotros, y la actitud tomada como referencia es característica de un cierto período del año en el que, como dicen los mismos cazadores, el Mirlo come muchas uvas y quizás se emborracha. Por otra parte, en la tradición popular también permanece el dicho referido a un congénere que con razón tiene este vicio “borracho como un Tordo”.

El leucismo afecta principalmente a los machos e incluso se encuentran formas intermedias teñidas de blanco.

El leucismo afecta principalmente a los machos e incluso se encuentran formas intermedias teñidas de blanco © Gianfranco Colombo

También la cocina ha tenido en buena consideración a este sabroso pajarillo.

En Córcega es famoso el paté de Merle, en la provincia de Bérgamo entre las víctimas de los sacrificios de “polenta e osei” (=polenta y aves) nunca falta el Mirlo, así como en las brochetas de Brescia.

Y además, ¿quién, viviendo en el campo, de niño no ha tenido uno de ellos en jaula?

Al ser un pájaro bastante precoz en la nidificación, era un objetivo codiciado por todos los muchachos del campo para encontrar durante las primeras carreras al aire libre el primer nido de Mirlo, guardándolo en secreto para los amigos y cuidándolo hasta el nacimiento de los polluelos y sacando luego del nido sólo un polluelo, el más bonito, el más simpático y por supuesto, macho, para criarlo a mano.

Fue el compañero de verano de muchos niños a quienes ciertamente no les resultaba tan fácil como hoy ir a destinos turísticos de renombre o distraídos por los compromisos modernos, el pasatiempo de las vacaciones escolares y al mismo tiempo una obligación diaria que nos mantenía constantemente ocupados en el cuidado y atención de nuestro nuevo amigo. A menudo lo llevaban en su jaula, incluso en campo abierto, para que pudiera escuchar cantar a los que estaban en libertad, ya que el dominio de los turdides se adquiere aprendiendo de otros cantantes ancianos. Un desafío constante con otros amigos sobre quién tenía el mirlo más hermoso.

Luego en otoño, todos los años e inevitablemente siempre en correspondencia con los primeros días de escuela, mamá nos informaba que al regresar de las clases nuestro mirlo se había escapado accidentalmente mientras ella lo alimentaba.

Este hecho no impide que se apareen y cuiden de la descendencia como este padre entusiasta.

Este hecho no impide que se apareen y cuiden de la descendencia como este padre entusiasta © Gianfranco Colombo

Una buena excusa de los padres para no distraernos del estudio pero inmediatamente sustituida por la intención de compensarnos para la próxima temporada.

En definitiva, un pájaro que había entrado en nuestra vida en todos los sentidos, nuestro arquetipo de la relación entre el hombre y la naturaleza, el precursor de lo que luego serán las mascotas del futuro.

La etimología de su nombre científico es bastante simple: del latín “turdus”, que indica un tordo y “merula” = mirlo.

En Europa se llama Blackbird en inglés; Amsel en alemán; Merle en francés; Mirlo comun en español; Merlo preto en portugués y Merlo en italiano.

Zoogeografia

Turdus merula es un ave muy difundida en Europa y en buena parte de Asia y Australia, llevada y difundida por los emigrantes o colonizadores europeos.

En Europa está difundida por todas partes hasta los Urales, excepto las zonas montañosas más frías de la península escandinava.

En Asia, vive en Asia Menor y Oriente Medio, en parte de Irán, Pakistán e India y en una amplia zona de China. En África, está presente solo a lo largo de las costas mediterráneas de Marruecos, Argelia y Túnez.

Exceptuando Europa y algunas ciudades del mundo, es un ave tímida y salvaje con comportamientos muy diferentes a los que muestra en el mundo occidental.

El nido de Turdus merula se construye sobre una base de barro seco mezclado con ramas, raíces finas, almizcle y diversos revestimientos. Puede contener hasta cinco huevos azulados con manchas rojas.

El nido de los polluelos se construye sobre una base de barro seco mezclado con ramas, raíces finas, almizcle y diversos revestimientos. Puede contener hasta cinco huevos azulados con manchas rojas © Gianfranco Colombo

Aquí el mirlo se ha mantenido anticuado, como los que viven en nuestros bosques y en campo abierto.

Turdus merula es generalmente sedentario y sólo las poblaciones que viven en altura o demasiado al norte bajan en la mala temporada a las llanuras inferiores y a un cierto grado de latitud al sur.

La migración tiene lugar durante la primera semana de octubre mientras que el regreso se realiza durante la última semana de febrero. Este movimiento suele combinarse con el del Zorzal común (Turdus philomelos).

El Mirlo vive incluso en bosques densos, en áreas cultivadas con zarzas y arbustos, en zonas montañosas y montañosas hasta los 3.000 m, en lugares con cultivos intensivos con prados rodeados de hileras de árboles, en parques urbanos, en los cementerios y como se ha dicho también en el centro de las ciudades más concurridas.

Morfofisiología

El macho de Turdus merula presenta una librea completamente negra brillante y lustrosa, con el pico y el anillo ocular de color amarillo anaranjado y las patas de color negro oliva. En invierno el color amarillo disminuye mucho y el pico se vuelve grisáceo.

La hembra también es negra pero más apagada, a veces también ámbar y con una coloración marrón difusa en el pecho. El pico es negruzco.

La crianza de Turdus merula se realiza principalmente en la hembra y dura 15 días.

La crianza se realiza principalmente en la hembra y dura 15 días © Gianfranco Colombo

En otoño, Turdus merula adquiere a veces una coloración ceniza con muaré blanquecino superficial, en particular en los ejemplares sujetos a la corta migración que acabamos de mencionar.

Por el contrario, los jóvenes son muy claros en la librea con un predominio pardusco difuso en todo el cuerpo y un borde bucal amarillo que perderán después de algunos meses.

Entre todos los pájaros, el Mirlo es probablemente el ave más sujeta a variaciones cromáticas en la librea, con formas más o menos marcadas de albinismo y leucismo.

Generalmente son los machos los que se ven afectados, en particular en las rémiges de las alas, pero a veces el blanco cubre amplias áreas de la librea y también las patas, hasta llegar a ejemplares, estos bastante raros, completamente blancos.

También en caso de leucismo de uno de los miembros de la pareja, una anomalía genética y hereditaria, los jóvenes de la nidada casi nunca son portadores directos del gen, pero la particularidad puede reaparecer en las generaciones futuras.

Turdus merula es uno de los pájaros más habladores y se hace notar en todas las estaciones y en todas las situaciones. El canto territorial, emitido en los meses de nidificación, es una mezcla de trinos aflautados acompañados de muchas más improvisaciones si se compara con el de las frases musicales del Zorzal común (Turdus philomelos) y, según algunos entendidos, incluso más hermoso que el del Ruiseñor (Luscinia megarhynchos).

Tiene entonces un canto apagado y cloqueante, un ciok ciok, como un beso en voz baja que emite en cualquier momento del día para señalar su presencia, un sonido que se vuelve muy acelerado y más agudo cuando se emite para señalar algún peligro y que termina en un estallido de agudos muy fuertes con consiguiente huida del sujeto.

Los polluelos de Turdus merula recién nacidos están prácticamente desnudos.

Los polluelos recién nacidos están prácticamente desnudos © Gianfranco Colombo

En esta fase asume una posición con el cuerpo arqueado, con la cola y la cabeza levantadas y las alas totalmente bajadas temblando nerviosamente a cada soplido.

Finalmente emite un sonido cuando el ave se ve amenazada por peligros graves o por algún intruso que se acerca demasiado al nido.

Un sonido suave, un tsiii tsiii casi inaudible, ultrasónico, muy fino, un mensaje de alerta dirigido a sus similares.

Ecología Hábitat

La alimentación principal de Turdus merula en el período estival y durante la nidificación consiste en insectos del suelo, lombrices, larvas y pequeños caracoles, dieta que integra en gran medida en verano con bayas de todo tipo, desde el enebro hasta el serbal, desde uvas silvestres hasta todo tipo de frutas.

Particular es su manera de cazar los insectos saltando y corriendo en los céspedes recién cortados, inclinando la cabeza hacia un lado y escuchando el más mínimo ruido que pueda emitir el insecto subterráneo.

Una vez identificada la posición exacta, ahí está, martillando la tierra con su robusto pico para extraer al desventurado gusano.

En los centros habitados podemos afirmar que la dieta del Mirlo ha cambiado drásticamente. No hay alimento que no engulla con voracidad, aprendiendo así a comer alimentos que los hermanos del campo probablemente no tienen y nunca tendrán la oportunidad de probar.

Las plumas crecen rápidamente y los polluelos piden comida a los padres con insistencia.

Las plumas crecen rápidamente y los polluelos piden comida a los padres con insistencia © Gianfranco Colombo

Etología-Biología Reproductiva

Al Mirlo le encanta nidificar sobre arbustos bajos, sobre árboles trasmochos y también a ras de suelo sobre troncos caídos al suelo o cerca de grandes raíces. Es un nido muy resistente construido sobre una base de barro seco mezclado con ramitas cada vez más pequeñas, musgo y materiales diversos para completar el cáliz interior con raicillas muy finas.

Las poblaciones de Turdus merula en contacto con las actividades humanas utilizan ahora los materiales más variados. En los nidos de mirlos metropolitanos se han encontrado trozos de cuerda, trozos de plástico, de periódicos y trapos de varios colores. Trozos de paquetes de cigarrillos, de cartones, de cables eléctricos, en definitiva todo lo que encuentra a su alrededor.

En los centros habitados los nidos se colocan en sitios impensables fuera de toda lógica y criterio. Incluso en el interior de viviendas semiabandonadas, en sótanos, en garajes, en macetas en el balcón, en los alféizares de las ventanas y en cualquier mata verde disponible.

En las zonas urbanizadas el nido puede ser utilizado más veces en la misma temporada mientras que en el campo suele repetirse en cada ocasión.

La época de reproducción es extremadamente larga, pues puede empezar en febrero y terminar en agosto con tres y ocasionalmente hasta cuatro puestas. Pone de tres a cinco huevos de color azul claro más o menos densamente salpicados de pequeñas manchas rojizas. La eclosión dura 15 días y la realiza casi exclusivamente la hembra mientras que la progenie es cuidada por ambos progenitores.

Los machos jóvenes son precoces y abandonan el nido en cuanto pueden correr, por lo que al cabo de unos días y aún sin poder volar, se dispersan por los alrededores. En este periodo la mortalidad es muy alta y buena parte de la prole muere por depredación, accidentes o mal tiempo repentino.

Los polluelos de Turdus merula son muy precoces y abandonan el nido en cuanto son capaces de trotar. Se dispersan mucho antes para aprender a volar y son presa fácil de gatos y aves rapaces, sin contar la mortalidad ligada al mal tiempo.

Los polluelos son muy precoces y abandonan el nido en cuanto son capaces de trotar. Se dispersan mucho antes para aprender a volar y son presa fácil de gatos y aves rapaces, sin contar la mortalidad ligada al mal tiempo © Colombo

Vista la costumbre del Mirlo de volver a utilizar el mismo nido para nidificaciones sucesivas, podemos pensar que la salida precoz de los jóvenes del nido puede provenir de la exigencia de la madre de comenzar de inmediato la nueva nidada.

Turdus merula es muy territorial y defiende duramente su área, oponiendo cualquier intruso a violentas luchas y persecuciones. También con sus propios hijos, una vez que han adquirido autonomía, es algo cruel y puede llegar a matarlos si los encuentra en su jurisdicción cuando ha comenzado un nuevo nido.

Delimita su territorio con límites bien trazados que no traspasa y ni siquiera permite que los traspasen sus congéneres.

Puede ser un parterre, una acera, un pequeño muro, límites para nosotros indescifrables pero para él absolutamente claros y bien definidos.

Con frecuencia se ven a los dos machos vecinos, enfrentándose durante varios minutos a un metro de distancia en postura cautelosa y agresiva pero sin llegar a tener contacto físico alguno.

Aunque si para nosotros no hay límites visibles, ese lugar es para ellos el límite infranqueable de su propio territorio. Turdus merula está siempre atento y cuidadoso y no se le escapa nada ni siquiera cuando está ocupado en el cuidado de la prole.

Aunque es terrible con sus congéneres, normalmente tolera a otros pájaros pequeños que viven en su misma zona, desde el Petirrojo (Erithacus rubecola), hasta el Gorrión común (Passer domesticus) y los herrerillos (Parus sp.) que a menudo se ven deambulando uno al lado del otro en busca de alimento.

Curiosamente, mientras que entre dos mirlos machos existe un contraste extremadamente agudo en la territorialidad, por lo que es inimaginable ver a dos congéneres viviendo pacíficamente cerca, esto no sucede cuando uno de ellos tiene una coloración diferente.

Un nido de Turdus merula escondido entre un cobertizo de herramientas. La historia de esta ave, en tiempos salvajes, está cada vez más ligada al ser humano.

Un nido entre un cobertizo de herramientas. La historia de esta ave está cada vez más ligada al ser humano © Gianfranco Colombo

En un punto de alimentación se ha visto la presencia de un Mirlo macho blanco y uno negro que, en total paz, estaban comiendo a pocos centímetros de distancia uno del otro.

¡Se llega a pensar que el Mirlo negro no ha reconocido al blanco como congéner y que el blanco no se ha dado cuenta de ser él mismo un Mirlo!

Desgraciadamente, la vida de los ejemplares albinos y de aquellos marcadamente leucísticos no es la más sencilla porque a menudo se encuentran entre las primeras víctimas de los depredadores, dada la coloración muy evidente, sin embargo algunos ejemplares, en concreto los que viven en lugares especialmente protegidos, como los centros habitados, suelen sobrevivir varios años.

En otras situaciones, no suelen superar el primer año y ni siquiera son capaces de formar parejas y nidificar. La longevidad del piquituerto salvaje no es muy amplia y concluye en muy pocos años pero los ejemplares mantenidos en cautividad y ahora alimentados con alimentos altamente integrados y óptimos superan fácilmente los 10 años de vida.

Gracias a su fuerte capacidad de integración con el ser humano y sus actividades, esta especie no presenta ninguna dificultad de número y supervivencia, y por tanto no está sujeta a ninguna protección particular.

Las poblaciones están aumentando y desde 2024 Turdus merula aparece como “LC, Least Concern”, es decir como “Preocupación Menor”, ​​en la Lista Roja de especies en peligro de extinción de la UICN.

 

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