Sylvia atricapilla

Familia : Sylviidae

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Texto © Dr. Gianfranco Colombo

 


Traducción en español por el Prof. José Campos

 

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

En primavera-verano, el macho de Curruca capirotada delimita un territorio con una voz estentórea y aflautada © Gianfranco Colombo

Entre todas las aves que frecuentan nuestros jardines y campos, la Curruca capirotada es sin duda una de las más comunes y conocidas.

No hay tradición que no la nombre, folklore que no la recuerde, historia que no la mencione y música que no la imite.

A lo largo de los milenios, desde que el conocimiento ha prevalecido sobre nuestra primitiva ignorancia, este pequeño pájaro, junto con otros que mostraban características más interesantes que los demás, ha sido capaz de atraer la curiosidad del ser humano.

Quizás su popularidad se deba a su presencia ubicua o a la coincidencia de su canto con la llegada del buen tiempo o incluso a su confidencialidad, pero sin ninguna duda la principal razón de ésta ha sido su voz fuerte y aflautada.

Pero incluso en este caso existe una fuerte contradicción, porque en lugar de ponerle un nombre acorde con su agradable canto, la hemos llamado simplemente capirotada, inspirándonos en este detalle único de su librea.

De hecho, esta ave no muestra características morfológicas que destaquen por su belleza o por la forma particular de su cuerpo, sino simplemente por la única marca de color negro o castaño que aparece en su librea insignificante.

En todas las lenguas euroasiáticas, con muy pocas excepciones, el nombre común refleja la misma característica indicada por el nombre científico, haciendo que el color negro del capirote del macho supere al color castaño de la hembra.

La Curruca capirotada (Sylvia atricapilla (Linnaeus, 1758)) pertenece al orden de los Passeriformes y a la familia Sylviidae, aunque en el pasado se incluía a menudo en la familia Turdidae o en Muscicapidae. El binomio científico procede del latín: Sylvia = pequeño duende del bosque y atricapilla, de «ater» = negro y «capillum» = cabello.

Los nombres comunes en otros idiomas son: en inglés, Blackcap; en alemán, Mönchsgrasmücke; en italiano, Capinera; en francés, Fauvette à tête noire; en portugués, Toutinegra de barrete preto; y en japonés, un divertido Zuguromushikui.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

Las hembras llegan a los lugares de cría un poco más tarde, con su capirote de color avellana, típicamente negro en los machos © Gianfranco Colombo

Zoogeografía

La curruca capirotada presenta un área de distribución extensa y variada que incluye casi toda Europa -con la excepción de las regiones más norteñas-, Asia hasta el suroeste de Siberia, al sur desde Turquía hasta el Cáucaso, a lo largo de la cuenca mediterránea desde las costas africanas hasta Oriente Medio y las islas atlánticas de Macaronesia y siguiendo la costa atlántica occidental de África hasta Cabo Verde.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

Una hembra curiosa junto a un espejo de agua © Pierandrea Brichetti

Es una especie sedentaria o residente parcial en las regiones del sur de su área de distribución, mientras que las poblaciones que viven más al norte son migradoras.

Los efectivos de esta especie se concentran en la estación desfavorable en la región mediterránea y en el África subsahariana, para evitar los rigores estacionales de las altas latitudes.

Las poblaciones de Asia central llegan a los países de África oriental hasta Tanzania.

También para la curruca capirotada, como sucede con otras especies migradoras como la Cigüeña blanca, existe una línea imaginaria que cruza Europa continental y divide la oleada migratoria occidental, que pasará por la península Ibérica, de la oriental dirigida hacia el Bósforo.

Esta línea longitudinal cruza el continente europeo aproximadamente desde Dinamarca hasta el lago de Garda.

En Europa se observa una estancia más persistente durante el invierno, aprovechando el cambio climático que, en las últimas décadas, está afectando a nuestra región.

Algunas poblaciones de Europa Central y de la península escandinava, gracias a la capacidad de esta especie de cambiar totalmente su alimentación de insectívora a frugívora, eligen cada vez más las Islas Británicas como cuarteles de invierno, viviendo prácticamente en los jardines y parques de la ciudad, donde encuentran bayas y suficiente comida para pasar este período.

Las currucas capirotadas migradoras abandonan las zonas de cría ya en agosto y principios de septiembre, pero son igualmente rápidas a la hora de emprender el viaje de regreso a finales de marzo.

La población mundial es muy considerable y se estima en alrededor de 150 millones de individuos (BirdLife International).

Ecología y Hábitat

Como todos los sílvidos, la curruca capirotada también tiene una predisposición innata a aceptar los ambientes más diversos.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

Ha visto dos machos bañándose no muy lejos y se acerca. Quizás uno de ellos le muestre los nidos que ha preparado para la boda © Pierandrea Brichetti

Es un ave típica de sotobosques y de zonas arbustivas, de zarzales y árboles jóvenes densos con ramas que llegan hasta el suelo, pero no desdeña márgenes de canales en áreas densamente cultivadas, fuentes y marañas de saúco en viejas casas rurales.

Sin embargo, se encuentra a menudo en los jardines urbanos, incluso de pequeñas dimensiones, pero provistos de plantas y arbustos que le permiten esconderse durante el día y encontrar un lugar para anidar.

En otoño e invierno es atraída por bayas y frutos de todo tipo, desde las de saúco hasta las de la hierba carmín, desde higos hasta caquis, sin escatimar algunas migajas de dulces o trocitos de manzana, y también visita los comederos de aves.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

El nido es una plataforma aparentemente mal hecha, pero bien tejido con briznas de hierba seca sujetas a las ramas. Es inestable y tambaleante, pero al mismo tiempo seguro y flexible, con una copa suave en el centro. Las hembras ponen 4-5 huevos de color crema, a menudo teñidos de rosa y con manchas rojizas © Museo civico di Lentate sul Seveso

Morfofisiología

La curruca capirotada no presenta una librea particularmente variada y colorida, al contrario, es bastante modesta y uniforme, a excepción del capirote negro del macho y de color avellana de la hembra. El plumaje de ambos es grisáceo en el dorso y en las rémiges, con la parte inferior del cuerpo más clara y cenicienta.

Las aves jóvenes, con librea inmadura, tienen siempre el capirote de color ámbar, aunque tras un cuidadoso examen con el individuo en la mano, se pueden ver las primeras señales de futuras plumas negras debajo del color avellana del capirote.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

La hembra es la que se encarga de la incubación, durante unos 15 días, mientras que ambos progenitores alimentan a la prole suplicante © Alvaro Dellera

La curruca capirotada es un sílvido de constitución fuerte, aunque la cola larga, las patas delgadas y su movimiento incesante le dan una apariencia esbelta y ligera.

Esta habilidad se hace evidente cuando se mueve dentro de las zarzas más densas, esquivando con absoluta destreza las espinas y ramas enmarañadas de estos arbustos casi impenetrables.

El pico de color grisáceo es robusto, pero al mismo tiempo fino y puntiagudo, típico de las aves insectívoras, y en otoño se transforma en una útil herramienta para arrancar y engullir las grandes bayas de la hierba carmín.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

Durante 10 días, hasta que puedan volar, los padres van en busca de insectos para alimentarlos, luego los vigilarán por un corto tiempo © Museo civico di Lentate sul Seveso

Aunque se encuentra entre los sílvidos más grandes, la curruca capirotada tiene dimensiones algo pequeñas: mide solo 15 cm de largo, tiene un peso de 20 g y una envergadura alar de unos 25 cm.

Al tener un área de distribución amplia, se han reconocido algunas subespecies específicas de algunas áreas bien definidas, con matices en el plumaje ligeramente diferentes del holotipo, aunque difíciles de distinguir en el campo: Sylvia atricapilla atricapilla, típica de Europa continental y del norte de Asia; Sylvia atricapilla dammholzi, del sur de Asia; Sylvia atricapilla gularis, de las Azores y Cabo Verde; Sylvia atricapilla heineken, de las islas Canarias, Madeira y la costa occidental de África; y Sylvia atricapilla pauluccii, de la región mediterránea.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

Un ave joven que ha aprendido a comer higos. Al principio es difícil saber si es macho o hembra, a menos que se levanten las plumas de la cabeza con la mano para ver si surgen algunas negras © Gianfranco Colombo

Etología y Biología reproductiva

Los machos de curruca capirotada llegan a las áreas de nidificación unos días antes que las hembras, justo el tiempo suficiente para conquistar un territorio adecuado a sus necesidades, después de haber señalado en voz alta su presencia y alejado a los numerosos adversarios.

Sin embargo, este territorio es muy pequeño y, a veces, se encuentra a unas pocas decenas de metros del adversario que, al igual que su vecino, continúa impertérrito pregonando la posesión de su área a los cuatro vientos.

Durante la primavera y el verano, todos los bosques resuenan con las continuas melodías de estas aves. Incansablemente y durante todo el día, señalan y defienden su hogar con una serie de gorjeos, parloteo, vocalizaciones, repiqueteos y sonidos agudos que la convierten en una de las aves más melodiosas de nuestros bosques.

Un canto del mismo tono que el del famoso Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos), muy similar al de la Curruca mosquitera (Sylvia borin), confundible con el de la Curruca zarcera (Sylvia communis), pero único en su frecuencia y persistencia.

Es característico el tac-tac tenue y agitado, emitido desde la espesura de pequeños arbustos, cuando un depredador entra en su territorio.

La curruca capirotada es un ave muy discreta, pero a la vez sociable y valiente, y se acerca a pocos metros de cualquiera que se aproxime a ellas, pero al mismo tiempo siempre permanece cubierta y es prácticamente invisible.

Construye el nido en arbustos bajos, en zarzas densas o bien en una enredadera a poca altura del suelo. El macho, monógamo durante la temporada de cría, desde que ocupa un territorio, construye varios nidos esperando que la hembra elija el adecuado para poner los huevos, que completa con material blando y raíces pequeñas.

Una plataforma aparentemente mal hecha, aunque bien tejida con hebras de hierba seca atadas a las ramas sobre las que descansa, inestable y tambaleante, pero al mismo tiempo segura y flexible.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

Un macho sorprendido con un caqui. Cuando, a finales de agosto, no migra a África, la Curruca capirotada cambia de alimentación, de insectívora a frugívora, y vive a menudo en los huertos y los jardines © Pierandrea Brichetti

En el centro presenta una copa blanda, bien definida, aunque no muy profunda.

La hembra pondrá 4-5 huevos de color crema, a menudo teñidos de rosa, con la cáscara densamente cubierta de manchas rojizas y a veces grisáceas, muy similares a los del Petirrojo (Erithacus rubecula) y también a los del Papamoscas gris (Muscicapa striata).

La hembra es la que se encarga de la incubación, que dura unos 15 días, mientras que ambos progenitores se ocupan de las crías unos 10 días hasta que abandonan el nido y durante otro período corto hasta que éstas son independientes.

La madurez se alcanza al año siguiente.

Por lo general, tienen dos nidadas anuales y terminan la cría a mediados de julio, dejando suficiente tiempo para prepararse para la migración otoñal.

Como se ha indicado anteriormente, la curruca capirotada es insectívora durante el verano y el período de cría, mientras que se vuelve puramente frugívora durante el otoño y el invierno.

Su canto melodioso se ha considerado en la literatura clásica como un dulce lamento amoroso emitido por un pájaro enjaulado que morirá de hambre antes que perder la libertad, tanto que Giovanni Verga, en su «Storia di una Capinera», lo rememora adaptándolo a la vida de una monja obligada a retirarse de la vida privada.

Aunque frecuenta ambientes discretos y escondidos, la curruca capirotada también tiene sus depredadores.

El Gavilán (Accipiter nisus), con su caza sutil y repentina, es su mayor depredador, pero también los gatos domésticos cazan a estas aves en los jardines.

Los córvidos también visitan a menudo sus nidos, consumiendo los huevos y también las crías. Además, durante la migración otoñal, en el largo viaje a las costas africanas, siempre están acompañadas por un gran número de aves rapaces.

Sylvia atricapilla, Capinera, Sylviidae

Macho aterido de frío en pleno invierno. Con el aumento de las temperaturas por el cambio climático, las currucas capirotadas del sur de Europa se vuelven más sedentarias © Gianfranco Colombo

Por último, en las costas orientales del Mediterráneo, desde el Líbano hasta Libia, esta pequeña ave es objeto de una caza despiadada a finales del otoño que acaba cada año con la vida de millones de individuos en nombre de una tradición difícil de erradicar.

Sin embargo, la especie no está amenazada y mantiene una población mundial estable.

Sinónimo

Motacilla atricapilla Linnaeus, 1758

 

 

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