Historia del rosedal “Princesse Grace de Monaco” en el Principado de Mónaco. Entrevista a M. Jean Giovannini. Como nació, sobre tierra robada al mar, el rosedal más marino del mundo.
Texto © Giuseppe Mazza
Traducción en español de Viviana Spedaletti
Donde hace sólo pocos años nadaban los peces y las gorgonias abrieron sus pintados abanicos a los corrientes planctónicas, hoy crecen casi 200 variedades de rosas.
No estamos en Holanda, sino en Fontvieille, el nuevo barrio residencial del Principado de Mónaco y Mr. Jean Giovannini, director del Servicio Parques y Jardines, me hacen de guía en el rosedal más “marino” del mundo: el “Princesse Grace de Monaco”.
Donde estamos caminando, me explica, antes había más de 30 m de agua. El espacio nunca es suficiente en un pequeño Estado en expansión como el nuestro, y entre 1965 y 1972, hemos sustraído al mar 22 hectáreas, a lo largo del límite occidental con Francia.
A 35 m de profundidad, partiendo de un ancho de 180 m, los buzos han colocado por años, uno sobre el otro, camiones de rocas de la Turbie, procedentes de los trabajos de ampliación de la carretera hacia Niza, hasta formar un enorme arrecife degradante hasta 20 m de altura.
Sobre éste, para completar el dique más profundo del mundo, fueron finalmente hundidos 200 cajones multicelulares prefabricados de cemento armado de 15 m x 5, altos como casas de tres pisos.
Llegaban flotando desde Génova y, para el llenado del rebalse, especiales barcazas con fondo que se abre iban y venían de Fontvieille a Fos sur mer, casi 250 km por viaje, transportando toneladas de limo del delta del Ródano. 8.000.000 de m3 en total. Dos hectáreas del terraplén fueron destinadas al estadio, las piscinas y las actividades deportivas y cuatro a los jardines.
Inicialmente no fue previsto un verdadero rosedal: solamente pensaban colocar una docena de cultivar entre el laguito de los cisnes y los juegos para niños pero el Príncipe Raineri, a consecuencia de la trágica muerte de la Princesa Grace, decidió dedicar más de 2.300 m2 a las rosas, las flores que más amaba Su Alteza.
Comunicada la noticia, fuimos sumergidos por centenares de plantas que llegaban de todo el mundo: Francia, Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Estados Unidos y hasta de Nueva Zelanda.
Hibridadores, coleccionistas y amigos de la Princesa nos mandaron gratis sus mejores variedades.
¿Y no habéis tenido problemas, pregunto, en ambientar plantas de procedencia tan diferente?
No necesariamente. Algunos cultivar como la ‘Lady rose‘, creados para climas fríos, aquí podrían florecer todo el año y crecen mejor aquí que en Europa del norte.
La desventaja es que tenemos problemas con los porta injertos: si los hibridadores no usan la Rosa canina, a menudo debemos reinjertar las plantas. Luego es fundamental el terreno: en nuestra región, con un suelo arcilloso que se agrieta en verano y se parte al sol, lo más importante es el drenaje.
¿Y cómo habéis hecho? lo interrumpo, cada vez más interesado.
Antes de plantar el rosal, continúa Giovannini, hemos esparcido sobre toda la superficie una capa de 25 cm de guijarros, recubierta de “Geotextile”, un tejido sintético indestructible que deja pasar el agua pero no la tierra.
Ésta viene de Sait-Vallier-de-Thiery, un pueblecito del interior a casi 60 km de Mónaco, y hemos sido muy afortunados porque un empresario tuvo que construir un estadio y nos ha pasado un terreno arenoso, con una composición granulométrica ideal.
Lo hemos mezclado con estiércol y tierra de hojas y colocado sobre el “Geotextile” por unos 80 cm, un espesor más que suficiente para unas plantas como las rosas, con raíces que bajan a lo sumo 50 cm.
Los trabajos empezaron al final de 1982 y en mayo de 1984 el rosedal ya estaba abierto al público.
¿Pero un drenaje tan osado, pregunto, no amenaza con empobrecer el terreno?
Un poco sí, y tenemos que abonar el 40% más que lo usual.
Todos los años en enero, después de la poda, ponemos 10-12 cm de estiércol especial, una mezcla de vaca, caballo y oveja, de dos años de viejo, para evitar las malas hierbas. Lentamente se descompone, y la paja que queda se amalgama a la capa superficial del terreno, protegiéndolo de la intensa evaporación veraniega.
Me enseña luego unas rosas enormes como la ‘Maria Callas’ y el ‘Grand siècle‘ con más de 50 pétalos, la ‘Président Léopold Senghor‘ de un bonito rojo oscuro aterciopelado, la ‘Centenaire de Lourdes‘ cultivada como arbolito, la ‘Grace de Monaco‘ y la ‘Princesse de Monaco‘, dedicadas a la Princesa Grace por el célebre hibridador francés Meilland, y me explica que el rosedal hospeda ocho tipos de rosas: con flor grande, en arbolito, trepador, colgante, miniaturas, híbridos de Floribunda, híbridos de Polyanthas y las “botánicas” o antiguas, que se distinguen rápidamente de las otras por el gran número de espinas.
Esta sección, realizada con donaciones privadas, se concentra en el sector norte, detrás de la estatua de la Princesa Grace. Se parte de la famosa rosa ‘York and Lancaster‘, nacida en 1551 para celebrar la paz de la Guerra de la rosa, que opuso el linaje de los York al de los Lancaster por 30 años (vencieron los Tudor, una rama de los Lancaster y su rosa roja se convirtió en el símbolo de Inglaterra), y se puede admirar la famosa ‘Jacques Cartier‘ de 1868 y muchos cultivar, apreciados por las señoras de la belle époque como ‘William lobb‘, ‘John Laing‘, ‘M.me Caroline Testout‘, ‘Thalia‘, ‘Rose à parfum de l’Hay’ y ‘Pink grootendorst‘.
Sobre el muro del portón norte se encarama vigorosa la Rosa longicuspis, una “botánica” que alcanza los 12 m de altura, muy difundida en los “jardines blancos” ingleses.
Sus cándidas flores, en ramos, eran las preferidas de la Princesa.
Los riegos, me explica Giovannini, son hechos a mano por dos jardineros que siguen las plantas una a una. El sistema automático no da buenos resultados con las rosas y el “por goteo”, con cañerías que serpentean en el suelo, es antiestético y se atasca fácilmente de sarro.
No usamos el agua de los grifos, demasiado cara, sino la de los pozos, con la cual cada mañana en la ciudad se lavan las calles.
En verano contiene un poco de sal, pero las rosas no se resienten.
También la cercanía del mar, contrariamente a lo que muchos piensan, no nos crea problemas: algunos pinos marítimos, barrera contra el viento, a lo largo de la costa y un seto, de 3 m de alto, de Cupressocyparis leylandii (un híbrido de Cupressus y Chamaecyparis) son suficientes para proteger el rosal de la salinidad.
Pido luego noticias sobre el calendario de los trabajos.
Después de la poda y el abono a mitad de enero, continúa Giovannini, en marzo y abril hacemos un tratamiento anticriptogámico preventivo y, a partir de mayo, cada 10 días una pulverización mixta de anticriptogámicos e insecticidas. Nuestro enemigo principal, además de los afidios, es la arañuela rija. Durante la estación vegetativa, una vez al mes, también suministramos pequeñas dosis de abono químico.
¿Y el mejor período para una visita?
Naturalmente mayo: la primera floración va desde fines de abril al 15 de junio. En julio está la segunda y la tercera, que dura casi hasta Navidad, inicia a fin septiembre. Lamentablemente en ferragosto, cuando tenemos el máximo de presencia turística veraniega, el rosal está casi sin flores.
¿Hay rarezas particulares? pregunto.
No, aparte de alguna “botánica”, todas las variedades expuestas se encuentran fácilmente en comercio.
Luego del primer período, en el cual teníamos hasta 30-40 plantas por tipo, hoy buscamos de reducirlas a lo sumo a 6-7, y gradualmente reemplazamos las variedades en exceso con cultivar famosos, que ganan concursos como Monza, Roma, Ginebra y Bagatelle. Cada planta tiene una etiqueta de plástico con el nombre de la variedad y el hibridador: los visitantes se paran, toman nota, y a menudo tienen ideas para sus jardines.
Educar en el conocimiento y respeto a las plantas es uno de nuestros principales objetivos y etiquetas análogas, con los nombres científicos grabados, están presentes en todo el verde público del Principado.
De veras una linda idea, para difundir también en Italia.
GARDENIA – 1987
→ Historia de la Rosa : de las Rosas Botánicas hacia una rosa perfecta.