Familia : Rosaceae
Texto © Dr. Ingeniero Agrónomo José Ramón Aliaga Morell – Universidad Politécnica Valencia
Con el nombre científico de Prunus armeniaca L. (1753) se conoce al frutal de la familia botánica de las Rosáceas, y cuyo nombre común es albaricoquero.
Los primitivos que empezaron los cultivos de plantas y la crianza de animales tuvieron dificultades en lograr la diferencia entre el fruto del albaricoquero y el de su pariente próximo el melocotonero.
La dificultad estriba en que ambos pertenecen a la misma familia y a misma subfamilia de esta: Prunoideas, que producen frutos en drupa con un hueso o endocarpo en su interior, estando este lignificado en su parte mas externa para proteger con eficacia a la semilla que encierra en el interior.
Cuando operan las condiciones adecuadas, la capa lignificada sufre una degradación que posibilita la germinación y desarrollo de una plántula, de este modo los hombres primitivos lograban trasladar este vegetal de una a otra parte del mundo conocido. Eran tiempos remotos y obtener alimentos suponía hacer recopilación de observación y de transmisión oral para escapar de la vida trashumante que tenía una enorme dificultad para sobrevivir.
Con el tiempo se irían estableciendo núcleos humanos dedicados a las tareas agrícolas y ganaderas, con mayor posibilidad de supervivencia.
Posiblemente desde varias zonas del norte de China se localizaron muy pronto árboles que producían frutos similares a los actuales albaricoques y pronto comenzó su difusión hacia otras zonas. Se conocen varios núcleos que conforman un material genético distinto en la zona de Oriente y en Europa, con distintas características de formas de frutos y de sus peculiaridades como fruta comestible.
Si los cálculos de la antigüedad del albaricoquero se sitúan en 4000 años, los de su desarrollo con utilización de técnicas para el cultivo, solo están en 700 y 400 años de antigüedad. Espacio de tiempo durante el que los primitivos agricultores advertían el comportamiento del árbol y la reacción ante los estímulos que le infundían, en definitiva, el surgimiento de la agronomía hasta nuestros días. De modo parecido debió de ocurrir con los frutos más destacados que aparecían de modo espontáneo o como consecuencias de las combinaciones que la genética controlaba de modo desconocido.
En el nombre científico figura la especie armeniaca, cuyo nombre recuerda la comarca de Armenia, de donde se creía que originariamente se encontraba como vegetal espontáneo esta especie frutal.
El tiempo y los estudios genéticos, botánicos y antropológicos realizados han demostrado el error de esta apreciación, a pesar de que este rincón del mundo pueda producir unos excelentes frutos de albaricoquero.
Pudieron ser la forma de los frutos, las características organolépticas de estos que empezaban a valorarse o la facilidad de su propagación las causas que incitan la expansión de unas zonas a otras.
Con el trasiego también se advirtió de que en climas templados tenía mejor desarrollo y que superar altitudes de 400 m solía ser un obstáculo importante para lograr mayores rendimientos, del mismo modo encontraron que los suelos ligeros ofrecían mejor respuesta que los arcillosos y húmedos. Pronto paso a considerarse un árbol de secano y mejor si evitaba los climas excesivamente fríos, para obtener mejores frutos y estos mejor considerados.
Se pasaría a valorar cualidades organolépticas como contenido en azúcares y acidez adecuada, junto a las valoraciones de forma, tamaño, coloración externa e interna y otras características que iban surgiendo. También limitaciones como el escaso margen de conservación y las aplicaciones secundarias como secado previa eliminación del hueso y utilización como orejones, obtención de jarabes, zumos y otras utilidades actuales como combinación con productos lácteos y derivados.
Los dietistas resaltan que este fruto reúne propiedades por el contenido en fibra y carotenos, siendo el zumo un importante componente para la prevención de daños cardiovasculares, incluidas las cantidades de vitaminas, y elementos minerales como hierro, potasio y magnesio. Nombres de variedades destacadas son las conocidas como Búlida, Canino, Tadeo, Moniqui, etc.
El árbol no llega a superar una alzada de 6 m de altura y logra desarrollar una copa redondeada y de porte erguido. Las afecciones producidas por organismos de tipo virotico constituyen limitaciones a la expansión del cultivo. La Sharka (Plum pox virus) y CLSV (Chlorotic Leaf Spot Virus) son entre otros importantes factores para desfigurar la atractiva figura del fruto del albaricoquero.
Sinónimos: Armeniaca vulgaris Lam. (1783); Amygdalus armeniaca (L.) Dumort. (1827); Prunus armeniaca L. var. vulgaris Zabel (1903)
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