Familia : Pinaceae
Texto © Prof. Paolo Grossoni
Traducción en español por el Prof. José Campos
El Pino canario (Pinus canariensis C.Sm.; 1825) es un árbol de 30-40 m de altura, con un tronco cilíndrico y recto de hasta 3-3,5 m de circunferencia, protegido por un ritidoma (corteza exterior) que se vuelve muy grueso y se agrieta en placas longitudinales, de color gris con tonalidades rojizas o pardo rojizas, que no se desprenden.
Los ejemplares más viejos pueden llegar a superar los 50 m de altura (en Tenerife hay un ejemplar de 60 m de altura y 8,35 m de circunferencia) por lo que esta especie es la que alcanza mayor altura entre los pinos del Viejo Mundo: en Bordighera (Liguria, Italia), un pino, supuestamente de 170 años, tiene 40 m de altura y una circunferencia de casi 4 m.
La copa es estrechamente cónica en los árboles jóvenes, luego se ensancha en la parte inferior volviéndose más o menos irregular y densa gracias a la capacidad de este pino de emitir ramas a lo largo del tronco (ramas epicórmicas), que pueden alcanzar también dimensiones apreciables y formar numerosos retoños en la base del tocón cuando el árbol se ha cortado o ha sobrevivido a un incendio.
En los ejemplares viejos, especialmente si están aislados, la copa es generalmente columnar o aparasolada.
Las ramillas del año son monocíclicas, robustas, glabras y con numerosas escamas redondeadas (eufilos) de color amarillo pardusco más o menos claro; las yemas miden hasta 2 cm de largo, más o menos ovoides y puntiagudas, no resinosas; las escama o pérulas, con la cara interior cubierta por numerosas cerdas blanquecinas, son reflejas en el ápice.
Las agujas definitivas, agrupadas en fascículos de 3 con una vaina basal persistente de hasta 2 cm de largo, son diplostélicas (tienen dos haces cribovasculares), de 15-25 (30) cm de largo, delgadas, colgantes, de color verde brillante con tendencia a amarillear; su abscisión comienza en el verano del segundo año y termina en el tercer año. Al principio, las ramitas epicórmicas tienen agujas juveniles individuales, de 3-6 cm de largo, apretadas, intensamente glaucas; estas agujas también pueden aparecer intercaladas entre las agujas definitivas. El sistema radical está ampliamente ramificado y es muy profundo.
La madera es discolora, con la albura (la madera más externa) de color blanco a amarillento, mientras que el duramen, muy resinoso y fragante, tiene un color castaño dorado. Muy duradera y valorada, se utiliza en ebanistería, carpintería, en la construcción y en la fabricación de barcos.
Como todos los pinos, P. canariensis es una especie monoica con esporofilos de ambos sexos insertados en espiral para formar un cono. Los conos masculinos, se agrupan en gran número en la base de la rama del año, tienen forma cónica alargada y son de color amarillo anaranjado; los femeninos se reúnen en pequeños grupos de 2-3 en la parte subapical de la rama del año; son de color púrpura, romos, con forma cónica.
Una vez polinizadas (de marzo a mayo según la altitud), las piñas femeninas crecen y, al final del segundo año, alcanzan la madurez, pasando del verde al marrón rojizo.
Son cónicas, de 10-20 cm de largo y con un diámetro de 5-10 cm, subsésiles o con pedúnculo muy corto; las apófisis de las escamas lignificadas son brillantes, con quilla y mucrón poco prominentes.
Las semillas tienen una longitud de 10-15 mm (100 semillas pesan unos 10 g) y son discoloras, con una cara de color gris a gris antracita y la otra más opaca y clara, incluso con tonalidad nogal; el ala, que no se desprende fácilmente, alcanza los 25 mm de longitud y tiene 1 o 2 bandas oscuras.
Los estróbilos son serotinos y pueden permanecer en el árbol durante varios años mientras que las semillas, una vez caen al suelo, germinan rápidamente en cuanto se rehidratan; sin embargo, un período corto de estratificación con bajas temperaturas (4-5 ° C) puede uniformar y acelerar la fase de germinación.
Los pinos que, por diversas causas (viento, fuego, relámpago, etc.) quedan sin copa, pueden desarrollar ramas epicórmicas, sobre todo basales, para formar una nueva copa.
Este modo de reproducción asexual, ampliamente difundido entre las dicotiledóneas leñosas (en él se basa la práctica del toconado en silvicultura) es, en cambio, muy raro entre las gimnospermas y está completamente ausente en el género Pinus.
Como remarca «exactamente» el nombre específico, P. canariensis es un endemismo de las islas occidentales del archipiélago canario (Gran Canaria, Tenerife, La Palma, El Hierro y La Gomera) donde crece entre 600 y 2100 (2200) m de altitud; es sobre todo en Tenerife y La Palma donde sus pinares todavía tienen una extensión apreciable mientras que en las otras tres islas casi había desaparecido; solo desde mediados del siglo pasado se han realizado nuevas repoblaciones, eliminando al mismo tiempo los pinos exóticos.
Solo otros dos pinos de California, P. radiata D. Don y P. torreyana Parry, tienen áreas de distribución aún más limitadas; en el lado opuesto se encuentra P. sylvestris L., que a través del norte de Asia se extiende desde las costas atlánticas europeas hasta las costas asáticas del Océano Pacífico.
El clima de Canarias es tropical, de semiárido a desértico, pero está más o menos mitigado por la alta humedad atmosférica generada por el océano que, al chocar con los relieves volcánicos, se condensa en un cinturón de nubes y nieblas; en las zonas costeras la precipitación anual es inferior a 250 (350) mm pero por encima y hasta alrededor de 600 m, especialmente en las vertientes de las islas occidentales expuestas a los vientos alisios, alcanza los 600-650 mm; más arriba, las precipitaciones se reducen a unos 400 mm.
Las plantas interceptan el vapor de agua y lo condensan en gotas que caen al suelo volcánico, donde son absorbidas. A través de este riego adicional, obtienen el agua necesaria y, al mismo tiempo, introducen agua en el entorno en el que viven para todos los organismos acompañantes; esta cooperación entre el clima y los seres vivos está mediada principalmente por los pinares.
Aunque prefiere los volcánicos, ácidos y bien drenados, este pino es bastante indiferente al tipo de suelo.
Como todos los pinos, es heliófilo; es sensible a las bajas temperaturas y solo tolera breves periodos por debajo de -6/-10 °C. Es xerófilo y, como tal, además de interceptar la humedad atmosférica, presenta numerosas adaptaciones tanto macroscópicas (por ejemplo, la corteza gruesa y escamosa) como microscópicas (a nivel de las agujas y vasos leñosos).
Los mayores peligros para esta especie están representados tanto por las comunidades antrópicas (por la necesidad de nuevos espacios y de madera para la construcción) como por los incendios, de los que se defiende mediante su corteza gruesa (poco inflamable) y los estróbilos serotinos y por su capacidad para regenerarse a través de rebrotes de cepa.
P. canariensis (‘pino canario’ o ‘pino de Canarias’, en español), al ser una pin diplostélico, pertenece al subgénero Pinus y más precisamente a la subsección Pinaster Mayr ex Koehne, constituida por pinos mediterráneos más o menos termófilos (P. brutia Ten ., P. halepensis Mill., P. holdreichii Christ, P. pinaster Aiton y P. pinea L.), por el propio pino canario y por una especie de los contrafuertes del Himalaya (P. roxburghii Sarg.); en cuanto a estos dos últimos, a pesar de los 9.000-10.000 km que los separan actualmente, son especies próximas filogenéticamente.
Durante algún tiempo se creyó que estas dos especies habían evolucionado a partir de un ancestro común porque se habían encontrado varios fósiles, tanto en Europa como en Asia, que mostraban que sus antepasados se habían distribuido ampliamente por los dos continentes, pero estudios recientes también han demostrado una estrecha contigüidad genética entre ellas. P. canariensis estuvo presente en el sur de Europa hasta las glaciaciones del Pleistoceno (el Pleistoceno comenzó hace aproximadamente dos millones y medio de años) y luego logró, como muchas otras especies, sobrevivir solo en las islas macaronésicas.
Hoy en día, en estas islas la mayor parte de los pinares se complementan con asociaciones vegetales denominadas «laurifolias», es decir, bosques constituidos principalmente por latifolios perennes arbóreos, arbustivos y lianoides, de hojas grandes, alargadas y brillantes (como en el laurel, Laurus nobilis L.), que requieren una elevada humedad atmosférica y temperaturas suaves.
Además de las islas Canarias y los demás archipiélagos que componen la Región Macaronésica (las Islas Afortunadas, μακάρων νῆσοι, de la cultura griega: Canarias, Azores, Madeira, Cabo Verde, etc.), los bosques laurifolios o laurisilva se encuentran en varias regiones del planeta con climas similares pero sabemos con certeza que también estuvieron muy extendidos en la cuenca mediterránea de la que, salvo en algunas zonas en la Península Ibérica, desaparecieron debido a las glaciaciones en el Pleistoceno mencionadas anteriormente.
Sin embargo, sobrevivieron algunas especies que pudieron encontrar refugios adecuados y que luego se adaptaron a otros tipos de comunidades; se denominan «especies mediterráneo-macaronésicas» y son, por ejemplo, el acebo, el aladierno, el laurel, diversas jaras, el madroño, la hiedra, el brezo arbóreo, el lauroceraso, el olmo, el tejo, etc.
Pinus canariensis se cultiva para la producción de madera, tanto localmente como en otros continentes, especialmente en Australia y Sudáfrica, pero también en California; en menor medida, se cultiva también en determinadas zonas de las costas mediterráneas junto con otros pinos, principalmente para reforestar valles y depresiones húmedas y más frescas.
En las Islas Canarias, la pinocha se utiliza para envolver los plátanos para la exportación, mientras que las piñas se venden para la decoración navideña. Aparte de estos usos, el pino canario es buscado como árbol ornamental en las regiones de clima templado. En Europa se utiliza principalmente en Italia (Riviera y costas del sur), donde se introdujo en 1822.
El aspecto negativo de su cultivo fuera de su área de distribución es la facilidad con la que esta especie puede volverse invasora en áreas arbustivas o herbáceas que, de otra forma, no se cultivan; esto ha afectado principalmente al mallee de Australia Occidental y al fynbos sudafricano (‘mallee’ y ‘fynbos’ son formaciones arbustivas muy similares al matorral mediterráneo, típicas de los dos países que acabamos de mencionar).
En cualquier caso, las mayores ventajas de esta especie son la resistencia al fuego, que permite reponer rápidamente una cubierta forestal con función anti-erosiva y su papel vital en la interceptación, control y distribución de la humedad atmosférica. Sin exagerar, se puede decir que las Islas Canarias sin pinares serían sitios semidesérticos si no totalmente desertificados.
No hay sinónimos para esta especie.
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