Familia : Pinaceae
Texto © Eugenio Zanotti
Traducción en español por el Prof. José Campos
El género Picea incluye, según varios autores, de 35 a 40 especies de árboles, todas propias del hemisferio norte.
Algunas de ellas ocupan un amplio rango norteño, como Picea abies y Picea obovata en Eurasia, o como Picea glauca, Picea mariana y Picea engelmannii en América del Norte; otras especies tienen una distribución más meridional, más fragmentada y limitada a macizos montañosos, como Picea omorika, de las montañas de Serbia, Picea orientalis, del Cáucaso y noreste de Turquía, y varias especies del este de Asia (Picea smithiana, Picea asperata, etc.).
Las especies del género Picea son grandes árboles monoicos con pequeños conos masculinos rojos o amarillos, conos femeninos situados a mayor altura que los masculinos, primero erectos y luego péndulos tras la fecundación. Estróbilos sésiles que maduran en un año y caen completos después de la dispersión de las semillas.
Algunos autores han dividido este género en tres secciones: las dos primeras incluyen las especies con hojas aciculares de sección cuadrangular y líneas estomáticas en las cuatro caras: sect. Abies (incluyendo Picea abies, Picea orientalis y algunas otras) y sect. Casicta con diversas especies, principalmente americanas, como Picea sitchensis. Las especies de la sect. Omorika se caracterizan por tener hojas planas aciculares (como las de abeto común), con sólo dos líneas estomáticas a lo largo de la cara inferior. De todas formas, la subdivisión del género Picea en estas secciones, basada en algunos caracteres morfológicos y químicos, está en contradicción con los recientes análisis filogenéticos.
El nombre genérico proviene del término latino «pix», pez o resina, para otros el término «picea» se refiere a un abeto mal identificado; el nombre específico «àbies, abietis» es un término latino clásico (Virgilio, ‘Églogas’), derivado según algunos autores de la raíz sánscrita «abh» = que mana (la resina), o, para otros, del griego «abios» = por mucho tiempo, tal vez debido a su longevidad o a la presencia de sus bosques en la zona.
La pícea común (Picea abies (L.) H. Karsten 1881) también se conoce como abeto rojo, por el color de su corteza. Es una conífera de hoja perenne de primera magnitud, con una altura media de 25-35 metros pero que, en condiciones óptimas, puede alcanzar 50-60 metros de altura y circunferencias de tronco de 2 metros (en casos excepcionales hasta 4,8 metros). Árbol muy longevo, puede vivir hasta 400-500 años, ¡pero en la literatura se describen ejemplares mucho más viejos!
El tronco es esbelto y casi perfectamente cilíndrico en un largo tramo, con una copa de color verde oscuro, que varía de estrechamente triangular a más o menos estrechamente ojival. Las ramas pueden ser ascendentes (tramo superior del tronco), patentes (tramo medio) o péndulas (tramo inferior).
El sistema radicular es bastante superficial y esto hace que esta especie sufra en caso de sequía; esto debería inducir a no usar este árbol, y mucho menos aislado, en áreas urbanizadas, como a menudo se ve desafortunadamente (como con otras coníferas de ambientes montanos) en los jardines de las ciudades en zonas bajas donde, además, está sujeto frecuentemente a podas drásticas (que no tolera en absoluto…).
La corteza es rojiza en las plantas jóvenes y posteriormente se vuelve marrón grisácea, descamándose en placas irregulares o redondeadas, de 5 mm de grosor, muy rica en resina; las ramas de 1 cm de diámetro son de color marrón rojizo, con escamas longitudinales de 1 x 3 mm; las ramas del año son subglabras, de color verde claro y luego rojizas. Hojas aciculares que persisten hasta 8-10 años, con una sección más o menos vagamente tetragonal-romboidal, con cuatro bandas estomáticas poco manifiestas (una por cara), ligeramente punzantes, a menudo curvadas, de 1 (2) x 8-12 (-25) mm, dispuestas alrededor de las ramitas e insertas en pequeños cojinetes prominentes.
Las piñas (conos), colgantes cuando están maduras, subcilíndricas, puntiagudas en el ápice y a menudo un poco curvadas, de 3-4 x 8-15 cm, pueden ser de color verdoso-amarillento (variedad chlorocarpa) o rojizas (variedad erythrocarpa); aparecen en el tercio superior de la copa, en el ápice de las ramitas del año anterior.
La fecundación tiene lugar, según la altitud y el clima, de abril a junio. Las semillas (cada escama protege a dos de ellas) son marrones, largas (2) 3-5 (4) mm, con una cara mucho más convexa que la otra, rodeadas por un ala semitransparente, de hasta 16 mm de largo, fina y brillante.
Tradicionalmente, en muchos países, la pícea es el clásico árbol de Navidad, que se adorna en ocasión de la festividad más querida; muchos viveristas cultivan ejemplares en macetas o en el suelo para tal uso.
La madera de pícea, también llamada «madera de Moscovia» es blanquecina o amarillenta y tiende a oscurecerse con un tono rojizo con la edad, sin duramen aparente, con anillos claramente visibles, canales resiníferos regulares y evidentes; tiene un ligero olor resinoso, textura media y fibras rectas, bastante ligera (densidad de 450 kg/mc), blanda y ligeramente lustrosa. Se utiliza ampliamente –además de ser un excelente combustible con alto poder calorífico- para trabajos comunes de carpintería, armazón de muebles, listones, ventanas y embalajes, y es apreciada porque, una vez seca, estabilizada y tratada, es muy poco atacada por insectos y hongos y conserva su forma; apreciada también en la industria del papel, así como en la fabricación de instrumentos musicales, dadas sus excelentes propiedades de amplificación, especialmente para las cajas de resonancia de guitarras, mandolinas, violines, clavecines, pianos, etc. Famosos son los «abetos de resonancia» del Val di Fiemme y también del bosque de Paneveggio, en Trentino y los del Val Canale y del Tarvisiano en la provincia de Udine, de los bosques de Croacia, etc., apreciados y utilizados durante siglos y aún utilizados con el mismo propósito por famosos fabricantes de pianos para conciertos como Bechstein, Blüthner y Fazioli.
Debido a su particular facilidad para ser cortada, era muy usada para hacer cajas (para quesos), listones, contraventanas, etc. Una curiosidad: el primer aeroplano de los hermanos Wright se construyó con la madera de este árbol. La pícea prefiere climas continentales, es una especie microtérmica (¡soporta temperaturas mínimas de hasta -36° C!), medianamente heliófila y mesófila, y es el componente principal del bosque de coníferas subalpino, de gran importancia para la silvicultura alpina y, por lo tanto, ampliamente cultivada y difundida por el hombre, incluso en áreas naturalmente favorables al haya, en el centro y norte de Europa hasta las llanuras.
Los bosques de píceas, o «Piceetum subalpinum» (taiga) se forman en suelo ácido podsólico, por lo tanto, generalmente sobre rocas cristalinas, rara vez calcáreas, desde el llano hasta los 2200 m de altitud. Junto con la subespecie obovata (recientemente elevada al rango de especie: Picea obovata Ledeb (2005), que puebla los bosques siberianos) es la especie leñosa más importante del mundo, por su inmensa área de distribución y la densidad de sus poblaciones, para el uso de madera. Su distribuye por toda Siberia hasta el Pacífico, las llanuras de Polonia, de Rusia y las llanuras y colinas de los países escandinavos, las montañas de Europa hasta los Alpes, donde se encuentra entre 800 y 2200 metros de altitud. En Europa Central está muy extendida en plantaciones forestales de varios millones de hectáreas realizadas en colinas y llanuras originalmente ocupadas por bosques de robles. Hasta hace unas décadas, los usos forestales eran cíclicos, con cortes a tala rasa de grandes superficies que, al crecer de nuevo, formaban bosques coetáneos y uniformes; actualmente, se prefiere su uso distribuido en el tiempo, lo que produce bosques desiguales, ecológicamente más equilibrados.
Por lo tanto, la pícea o abeto rojo puede considerarse, entre los árboles, como el rey de los Alpes; sus bosques son oscuros, fríos, húmedos y llenos de olores resinosos y fúngicos en los valles orientados al norte.
El gran Valerio Giacomini escribió:
“La sobria solemnidad de los bosques alpinos encaja en paisajes de grandeza sin igual, creada por la magnificencia de las montañas de granito y dolomía, por el esplendor de las nieves eternas y los glaciares, por los lechos de color esmeralda de los lagos, por las las agradables extensiones de pastos. Si las armonías extraordinarias y contrastantes entre el cielo, la tierra y las aguas, especialmente allí donde ascienden hacia las rocas más altas, hacia los pastizales de altura, las últimas tropas de esta vegetación audazmente constructiva, que desafía las heladas y los relámpagos”.
Desde el punto de vista fitosociológico, los bosques de píceas se clasifican generalmente en la clase Vaccinio-Piceetea; en los bosques del piso montano sobre sustratos silíceos, donde debido a la acidificación del suelo y a la escasa presencia de luz el sotobosque es bastante pobre, aparecen algunos arbustos pequeños como el arándano común (Vaccinium myrtillus) y el arándano rojo (Vaccinium vitis-idaea), sin olvidar otras especies herbáceas bien conocidas como Oxalis acetosella, Maianthemum bifolium, Solidago virgaurea, Homogyne alpina, Hieracium sylvaticum, Calamagrostis villosa y los helechos Athyrium filix-femina, Dryopteris filix-mas y Cystopteris fragilis.
El bosque subalpino de píceas, con el mismo sustrato, alberga también Sorbus aucuparia, Lonicera nigra, Lycopodium annotinum, etc., así como una rica capa de musgos.
Hasta una altitud de 1500 m, la pícea compite a veces con el abeto común (Abies alba). En los lugares más abiertos y luminosos, en el límite superior del bosque, puede encontrarse con el alerce (Larix decidua) y el pino cembro (Pinus cembra), y a menudo se mezcla con arbustos de rododendro rojo (Rhododendron ferrugineum), enebro común (Juniperus communis) y rosa alpina (Rosa pendulina). Existen numerosas especies de hongos que viven en estos bosques, de los cuales los más conocidos son los boletos (Boletus edulis y Boletus pinophilus), que viven en simbiosis con la pícea, así como el níscalo (Lactarius scrobiculatus).
También la avifauna es abundante y especializada: aquí recordamos los piquituertos (Loxia curvirostra) con su pico cruzado, una adaptación que le permite extraer fácilmente las semillas de las piñas. El lúgano (Spinus spinus), durante la época de reproducción, también se alimenta de sus semillas que extrae de los conos semiabiertos con su pico puntiagudo. El carbonero garrapinos (Periparus ater), el herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), el carbonero sibilino (Poecile montanus), el carbonero palustre (Poecile palustris), el agateador norteño (Certhia familiaris) y el reyezuelo sencillo (Regulus regulus) son formidables cazadores de insectos y, por tanto, aliados de los árboles del bosque.
Aparecen también grandes y pequeños mamíferos, así como las valiosas hormigas rojas (Formica rufa), que construyen grandes hormigueros piramidales con las acículas, una especie justamente protegida en numerosos países europeos por su utilidad para contrarrestar la proliferación de insectos dañinos para las coníferas.
Además de la difusión natural o artificial por semilla, la pícea también puede propagarse por acodo cuando las ramas inferiores están permanentemente en contacto con el suelo y emiten raíces; esto sucede con cierta frecuencia en la alta montaña, donde el peso de la nieve obliga a las ramas a doblarse hacia el suelo, casi como si quisiera ayudar –por la escasez de producción de semillas debido a las condiciones extremas- a los individuos más «audaces» a producir a su alrededor una vigorosa prole. Desafortunadamente, existen numerosas adversidades que afectan a estos bosques, causadas por insectos como escolítidos (Ips typographus, Cryphalus piceae), curculiónidos del género Pissodes, himenópteros (Cephalcia arvensis), lepidópteros (Epinotia tedella), pulgones, etc., y por hongos que provocan podredumbre como Heterobasidion annosum.
A partir de la melaza producida por los áfidos en las ramitas de pícea, las abejas obtienen una miel muy oscura, casi negruzca, considerada un excelente antiséptico de las vías respiratorias, con poder expectorante y febrífugo.
La resina que mana de las incisiones hechas en la corteza del tronco y las ramas (resinación) constituye la llamada pez de Borgoña (Pix Burgundica F.I.). A partir de su destilación, se obtiene trementina «de Estrasburgo» (o aguarrás vegetal). La farmacopea italiana (1929) registra la pez blanca o de Borgoña (Pix burgundica): sustancia sólida, amarilla, casi opaca, con olor y sabor a trementina; se obtiene del tronco y de las grandes ramas de la pícea y se utilizó, junto con cera y aceite de nuez moscada, para la preparación de un emplasto adhesivo rubefaciente y estimulante utilizado en el pasado contra las migrañas severas y los dolores reumáticos. En fitoterapia, se usan extractos de acículas (Extractum pini) recogidas de ramas jóvenes frescas, el aceite esencial de acícula (Oleum Piceae foliorum) y los brotes jóvenes.
El aceite esencial contiene terpeno, pineno, canfeno, felandreno y acetato de bornilo, el glucósido piceína, pinipicrina, flofabeno, resinas, taninos y un aceite etéreo, que confieren propiedades antisépticas, balsámicas, expectorantes, sedantes, antisépticas, antiinflamatorias, etc. Se utiliza para fricciones en enfermedades del sistema respiratorio, reumatismo y dolor muscular y entra en la composición de los ambientadores. Las acículas, sus extractos y la madera de pícea se utilizan para preparar baños beneficiosos (con extracto total, baño tánico y baño de madera), estimulantes y reforzadores.
Los brotes se recogen a mano, a partir de febrero, antes de que comiencen a abrirse, mientras que las ramitas jóvenes con hojas se pueden recoger durante todo el año, preferiblemente de ejemplares de al menos 60-80 años (más ricos en aceite esencial). Los que frecuentan las montañas o conocen algún parque o jardín lejos de carreteras concurridas o ambientes contaminados, pueden recoger cada año pequeños trozos de corteza de pícea antes del invierno para usarlos con efectos beneficiosos en enfermedades del sistema respiratorio o introducir uno en cada depósito de agua de los radiadores para perfumar la casa.
Preparaciones:
Baño estimulante y purificante para la piel
En un cazo (que no sea de hierro) ponga tres puñados de agujas en tres litros de agua fría, hiérvala, apague el fuego y espere a que la preparación esté tibia, cuélela para eliminar las agujas consumidas y añádala al agua caliente del baño, y quédese ahí durante media hora.
Decocción de brotes para bronquitis y resfriados
Una cucharadita de brotes secos, o dos de brotes frescos, en una taza de agua, y se hierve durante 3-4 minutos. La mitad se bebe por la mañana y la otra por la noche endulzada con miel.
Sinónimos: Pinus abies L. (1753); Abies picea Mill. (1768); Pinus viminalis Alstr. (1777); Pinus sativa Lam. (1779); Pinus excelsa Lam. (1779); Abies cinerea Borkh. (1800); Abies excelsa (Lam.) Poir. (1804); Abies minuta Poir. (1804); Picea rubra A. Dietr. (1824); Abies viminalis Wahlenb. (1826); Picea vulgaris Link (1827); Abies clanbrassiliana P. Lawson (1836); Abies commutata var. mucronata (1841); Picea excelsa (Lam.) Link (1842); Pinus picea var. carpatica (Loudon) Endl. (1847); Abies elegans Sm. ex J. Knight (1850); Abies parvula Knight (1850); Abies vulgaris var. nana Wender. (1851); Picea montana Schur (1851); Picea subarctica Schur (1853); Abies lemoniana Booth ex Gordon (1858); Abies finedonensis Gordon (1862); Abies gregoryana H. Low. ex Gordon (1862); Abies inverta R. Sm. ex Gordon (1862); Abies montana Nyman (1865); Abies extrema Th.Fr. (1867); Abies gigantea Sm. ex Carrière (1867); Abies carpatica (Loudon) Ravenscr. (1868); Abies medioxima C. Lawson (1868); Abies coerulescens K. Koch (1873); Abies eremita K. Koch (1873); Abies clambrasiliana Lavallée (1877); Abies conica Lavallée (1877); Abies erythrocarpa (Purk.) Nyman (1881) ; Abies subarctica (Schur) Nyman (1881); Picea abies (L.) H. Karst. (1881); Abies alpestris Brügger (1886); Picea alpestris (Brügger) Stein (1887); Picea cranstonii Beissn. (1891); Picea excelsa var. alpestris (Brügger) Beissn. (1891); Picea finedonensis Beissn. (1891); Picea gregoryana Beissn. (1891); Picea maxwellii Beissn. (1891); Picea obovata var. alpestris (Brügger) A. Henry (1891); Picea viminalis (Alstr.) Beissn. (1891); Picea velebitica Simonk. ex Kümmerle (1916); Picea abies (L.) H.Karst. f. argentea Rehder (1923); Picea abies f. columnaris (Jacques) Rehder (1923); Picea abies f. cupressina (F. Thomas) Rehder (1923); Picea abies f. erythrocarpa (Purk.) Rehder (1923); Picea abies (L.) H.Karst. f. mucronata (Loudon) Rehder (1923); Picea abies f. parsonsii (Hornibr.) Rehder (1923); Picea abies f. veitchii (Hornibr.) Rehder (1923); Picea integrisquamis (Carrière) Chiov. (1935); Picea abies var. arctica Lindq. (1948); Picea abies subsp. europaea (Tepl.) Hyl. (1953); Picea abies subsp. obovata (Ledebour) A.E.Murray (1982); Picea abies var. alpestris (Brügger); P.A.Schmidt (1988); Picea abies f. alpestris (Breugg.) Krussmann. (1971); Picea abies subsp. acuminata (Beck) Parfenov (1971); Picea abies subsp. alpestris (Stein) Parfenov (1971); Picea abies f. deflexa (Tvszkiewicz) Krussmann. (1971); Picea abies subsp. fennica (Regel) Parfenov (1971); Picea abies (L.) H.Karst. f. integrisquamis (Carrière) P.A.Schmidt (1987); Picea abies (L.) H.Karst. subsp. acuminata (Beck) Silba (2008).
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