Familia : Elapidae
Texto © Dr. Luca Tringali
Traducción en español por la Dra Cristina Valcuende
La Cobra real, Ophiophagus hannah (Cantor, 1836), es un reptil de la familia Elapidae, que registra el mayor grado de radiación adaptativa en el contexto de las serpientes altamente venenosas, es decir, la formación de muchas especies ecológicamente diferenciadas a partir de un ancestro común.
A partir de finales del Eoceno, los elápidos se habrían extendido primero en África y en el sur de Asia para luego expandir su área de distribución en Australia, hace unos 25 Ma. A esta familia pertenecen aproximadamente 60 géneros y 410 especies, incluidas las serpientes marinas de la subfamilia Hydrophiinae, antaño asignadas a una familia separada.
En la actualidad, los elápidos están ampliamente distribuidos en África, Australia, desde el sur de Estados Unidos hasta Sudamérica, y en muchas islas oceánicas, especialmente en las regiones tropicales y subtropicales y están completamente ausentes en Europa.
Esta familia incluye algunas de las serpientes más venenosas del mundo, y las especies de particular relevancia médica se encuentran en el sur y sureste de Asia con el género Ophiophagus (Cobra real o falsa cobra), en Asia y África con el género Naja (cobras verdaderas), en África subsahariana con las dos especies de manbas, Dendroaspis angusticeps y Dendroaspis polylepis, desde Irán hasta Asia oriental con el género Bungarus (kraits) que comparte parte del rango sur de la Cobra real con la especie Bungarus fasciatus, en Australia y Nueva Guinea con los géneros Acanthophis (Víboras de la muerte) y Oxyuranus (Taipán), incluida una de las especies más venenosas del mundo Oxyuranus scutellatus, desde el sur de los EE. UU. hasta el centro de Argentina con los géneros Micrurus y Micruroides y en el cinturón indopacífico tropical y subtropical con la Serpiente de coral. géneros marinos Laticauda e Hydrophis, cuya especie Hydrophis elegans ostenta el récord de profundidad, 145 m, entre las serpientes marinas.
Algunas especies, sobre todo en Australia, son demasiado pequeñas para morder eficazmente al hombre, pero todas las demás pueden provocar al menos un cierto grado de envenenamiento, hasta el punto de ser letales.
Todas son proteroglifas, es decir con colmillos colocados anteriormente sobre la mandíbula, del griego “πρότερος” (próteros), hacia delante, y “γλυφή” (glifé), ranura, capaz de una rotación no significativa, longitud limitada de los colmillos, que, en las especies peligrosas para el hombre, puede variar de 2 a 12 mm, raramente más. Glándula venenosa generalmente muy grande colocada detrás del ojo.
Ophiophagus se considera todavía un género monotípico con una única especie, endémica de Asia, Ophiophagus hannah cuyo epíteto genérico, procedente de la unión de las palabras griegas “ὄφις” (ófis), serpiente y “φαγεῖν” (fagéin), comer, describe bien los hábitos alimentarios de este reptil que se alimenta preferentemente de otras serpientes y lagartos.
Por el contrario, el epíteto específico podría hacer referencia a sus habilidades arbóreas, ya que tradicionalmente se deriva de la primera parte (Ama-) de la palabra Hamadryas, ninfas arbóreas de la mitología griega. Una hipótesis alternativa podría hacer referencia al hebreo “חנן” (hanan, de ahí el nombre femenino Hannah), ser amable, o implorar ,en relación con el peligro extremo de la Cobra real.
Zoogeografia
Ophiophagus hannah es un reptil icónico ya que, pudiendo alcanzar una longitud de casi 6 m, es la serpiente venenosa más grande del mundo.
Está ampliamente difundida por Asia tropical, subtropical y templada, desde el este de Pakistán hasta las costas del sur de China; está presente también en numerosos archipiélagos tropicales como Indonesia, Filipinas e islas Andamán, pero está ausente, sorprendentemente, de Sri Lanka y Taiwán.
La sistemática de la Cobra real ha evolucionado a partir de Theodore Edward Cantor, naturalista danés al servicio de la Compañía de las Indias Orientales y luego cirujano asistente del ejército británico en China durante la Primera Guerra del Opio, quien en 1836 bautizó a esta especie con el nombre de Hamadryas hannah, de ahí Hamadríada, el otro nombre común con el que se conoce al reptil.
El género Ophiophagus fue creado posteriormente por el médico y zoólogo anglo-alemán Alber Carl Gotthilf Gûnther en 1864, y la especie Ophiophagus hannah fue reconocida formalmente por la comunidad científica en 1945.
Aunque comúnmente se la conoce como Cobra real, Ophiophagus hannah no es una Cobra en sentido estricto porque carece de numerosas características anatómicas propias del género Naja.
Análisis genéticos recientes sugieren una relación más estricta con las Mambas del género Dendroaspis.
La Cobra real es actualmente la única especie reconocida del género Ophiophagus, aunque existen evidencias de divergencias filogenéticas significativas dentro de la especie, como, por ejemplo, entre las poblaciones del norte y del sur de Tailandia.
Su área de distribución discontinua y caracterizada por numerosas poblaciones restringidas a las zonas húmedas y a los bosques de llanura del Asia continental, las numerosas poblaciones de las islas y de los archipiélagos del Indo-Pacífico, las diferentes condiciones ecológicas donde viven las poblaciones y la presencia de muchas barreras geográficas potenciales son características concurrentes que pueden haber creado oportunidades favorables para la evolución de especies crípticas, que son genéticamente diferentes pero tan similares morfológicamente que son indistinguibles.
Fuertemente influenciada por las condiciones climáticas húmedas, la Ophiophagus hannah muestra un modelo de distribución un tanto enigmático, ya que está presente en varios archipiélagos e islas tropicales pero está ausente en otros, sin embargo con climas aparentemente favorables.
Este hecho parece aún más sorprendente debido a la proximidad de estas islas al continente, así como debido a la presencia de estas serpientes en otros archipiélagos más distantes como Filipinas o las Islas Andamán. Hay también otros aspectos biogeográficos poco conocidos, por ejemplo, si la especie tuvo un origen continental y, en consecuencia, se difundió en los archipiélagos del Indo-Pacífico o viceversa, el efecto que los ciclos glaciares pudieron haber influido en su diferenciación genética.
Este último aspecto podría ser doble: las glaciaciones podrían haber facilitado la dispersión a través de los océanos mediante la formación de puentes terrestres, pero por otro lado podrían haber reducido la interconexión entre las poblaciones del continente debido a una reducción drástica de la extensión de los bosques húmedos.
La reducción de los corredores climáticos adecuados cuando Taiwán y Sri Lanka se conectaban al continente, hace unos 20.000 años, podría explicar la ausencia de la Cobra real en estas islas.
Estas fluctuaciones pueden haber dejado una huella en la estructura filogenética de la Cobra Real. En apoyo de la hipótesis de que el género Ophiophagus no es monotípico sino que está formado por un grupo de especies, es un aspecto que ya descriibio Cantor pero fue rechazado posteriormente por los autores siguientes.
Es en este sentido Ophiophagus hannah, de acuerdo con los datos moleculares y paleoclimáticos, puede subdividirse en al menos cuatro grupos bastante distintos a nivel morfológico y genético, que datan de antes del Plioceno (5.332-2.588 Ma), y que en el futuro podran corresponder a otras tantas especies diferentes, y que corresponden a las siguientes áreas geográficas que constituyeron otros tantos refugios glaciares.
El primer grupo está formado por poblaciones distribuidas en los bosques húmedos de baja y media altitud en los Ghats occidentales, desde la cordillera montañosa de Agasthyamalai al sur hasta la meseta de Sindhudurg al norte, en el suroeste de la India peninsular.
El grupo más difundido se distribuye desde las laderas del Himalaya en el noroeste de la India y desde la India peninsular oriental en el suroeste hasta el noreste y sureste de Asia continental, con poblaciones insulares aisladas en el sur de las islas Andamán; el límite sur aún no está claro en Asia continental, posiblemente correspondiendo al istmo de Kra, en la península malaya.
El tercer grupo está presente en Malasia peninsular y, a través de Sumatra, Java, Borneo, llega hasta Bali y la isla de Mindoro en el norte de Filipinas. Este último se limita a la isla de Luzón, en Filipinas.
Ecología-Hábitat
Ophiophagus hannah se encuentra desde el nivel del mar hasta los 2300 m, en hábitats que incluyen bosques caducifolios, bosques tropicales estacionales, manglares y selvas tropicales, a menudo en áreas antropizadas, incluidos campos cultivados y aldeas rurales.
El nicho ecológico de esta serpiente diurna, que ocasionalmente también está activa durante la noche, parece estar determinado por la cantidad de precipitaciones, ya que su área de distribución se compone exclusivamente de regiones muy húmedas que superan los 1500 mm de precipitaciones al año.
Estos necesidades climáticas están relacionados con la especialización trófica de este reptil que, como sugiere el epíteto genérico, tiene una dieta compuesta principalmente por otras serpientes; la única otra presa digna de mención son los lagartos del género Varanus.
De hecho, en los hábitats tropicales húmedos presentan una mayor disponibilidad de presas, con asociaciones muy ricas en especies de serpientes ya que la competencia interespecífica es bastante reducida debido a la alta disponibilidad de alimento en estos ambientes.
La ofiofagia es una especialización trófica desarrollada por la Cobra real que, debido a la cantidad de veneno inyectado y su tamaño, también puede alimentarse de especies venenosas y de gran tamaño como la Pitón reticulada (Malayopython reticulatus) o la Pitón india de roca (Python molurus).
Cuando el alimento escasea puede alimentarse de aves y mamíferos, pero su principal presa es la Serpiente rata (Ptyas mucosa), un colúbrido casi omnipresente en Asia; la observación de ejemplares, equipados con transmisores de radio, muestran que muchos individuos desarrollan una dieta muy estricta relacionada con una única especie de serpiente, rechazando cualquier presa alternativa.
Ophiophagus hannah es un depredador activo, capaz de nadar, que busca presas moviéndose con facilidad tanto en el suelo como en los árboles, incluso por encima de los 20 m de altura, con continuos golpes de lengua para sondear constantemente grietas, madrigueras, tocones y montones de restos vegetales. , y tratando de captar señales químicas-olorosas que luego se transfieren al órgano de Jacobson, un receptor sensorial ubicado en la parte superior de la boca.
La actividad de depredación requiere un esfuerzo de búsqueda promedio de 3,5 horas por día con desplazamientos promedio de más de 250 m por día en machos adultos, dentro de un área “home range” de unos 800 ha durante la temporada de reproducción y 500-600 ha fuera de este.
Tan pronto como se detecta un rastro de olor, incluso durante las fuertes lluvias, la actividad de la Cobra real se vuelve más intensa, aumentando la oscilación de la cabeza y los golpes cada vez más frecuentes con la lengua.
Aunque su capacidad visual para detectar sujetos inmóviles no está muy desarrollada, esta serpiente es capaz de identificar presas o posibles peligros en movimiento incluso desde distancias cercanas a los 100 m.
Se alimenta a intervalos de 15 a 20 días, normalmente después de la muda que se produce entre 7 y 8 veces al año; nunca se alimenta durante la época reproductiva, pero durante el período del monzón puede hacerlo más de tres veces por semana, debido al mayor requerimiento energético durante los meses más fríos.
El tiempo de ingestión de una presa, muerta o aún viva, puede variar desde unos pocos minutos hasta más de una hora, dependiendo de su tamaño.
Aunque su alimento se compone principalmente de otras serpientes, la Cobra real no es inmune a su veneno y también puede ser asesinada por otras serpientes venenosas, incluidos representantes de la misma especie.
De hecho, se conocen casos de canibalismo, tanto de machos sobre otros machos como de machos sobre hembras; este último comportamiento ocurre fuera de la temporada de apareamiento, ya que se supone que las hormonas asociadas suprimen el apetito en los machos durante la temporada de reproducción.
Si se molesta, Ophiophagus hannah tiende a escapar rápidamente, pero si no puede escapar puede volverse bastante agresiva.
En este caso exhibe una combinación emblemática de comportamientos, adaptaciones morfológicas y fisiológicas, que se manifiestan a través de algunas estrategias defensivas y disuasivas, visuales y sonoras, generalmente preferidas a un ataque real, que incluyen: la elevación de aproximadamente un tercio del cuerpo, incluso a más de un metro del suelo, y su aplanamiento dorsal-lateral, la extensión del cuello con relativa expansión de la característica capucha, la ostentación de los colores ventrales y la ornamentación de la capucha manchada de brillante amarillo anaranjado, la exposición de los colmillos y la emisión de un fuerte silbido, a veces con fingidos golpes con la boca cerrada.
El aplanamiento del cuerpo, la expansión del cuello y la ostentación del color son adaptaciones aposemáticas, destinadas a disuadir a posibles atacantes señalando la posesión de determinados medios de defensa.
Es interesante observar que las poblaciones malayas, cuyo veneno está compuesto por las citotoxinas más efectivas en comparación con otras poblaciones, tienen una coloración ventral naranja brillante muy llamativa.
Incluso en posición semierecta es capaz de avanzar hacia el atacante para morderlo repetidamente en cada ataque, prolongando a menudo la mordedura e inoculando una mayor cantidad de veneno. Por último, la proporción de sexos parece desequilibrada a favor de los machos, en una proporción de 3:1.
Morfofisiologia
Como ya se ha mencionado en repetidas ocasiones, Ophiophagus hannah es una serpiente de gran tamaño que puede alcanzar los 6 m, pero cuya longitud media es de 3-4 m, y de peso medio de 6 kg, con picos de unos 12 kg, y con una vida media en la naturaleza de unos 20 años.
Muestra variaciones considerables en el color y el patrón, que van desde el negro brillante, el color oliva claro, el gris, el verde-marrón, hasta el amarillo dorado, a menudo con bandas negras, bandas transversales blancas o amarillas también dispuestas en forma de flecha.
La cabeza es negra con dos bandas cerca del hocico y dos detrás de los ojos, el vientre es de color amarillo pálido o claro. Las escamas ventrales son ovaladas, y las dorsales están dispuestas oblicuamente.
Los machos tienen 235-250 escamas ventrales, mientras que las hembras tienen 239-265. Las subcaudales son simples o acopladas en cada fila, 83-96 en los machos y 77-98 en las hembras. Los ejemplares jóvenes son de color negro brillante con finas bandas amarillas.
Las principales diferencias morfológicas que permiten distinguir a la Cobra real de las cobras «verdaderas» del género Naja son: mayor tamaño en Ophiophagus, escamas cuneadas ausentes en Ophiophagus y presentes en el género Naja, escamas occipitales presentes en Ophiophagus y ausentes en Naja, capucha estrecha y larga con dos filas dispuestas en forma de flecha en la parte posterior y sin patrón en forma de gafas en Ophiophagus y ancha con diseño en forma de ojo, simple o doble, en Naja.
Ophiophagus puede, además, emitir un «silbido gruñidor», de muy baja frecuencia: mientras que los silbidos de la mayoría de las serpientes tienen un amplio rango de frecuencias de aproximadamente 3000 a 13000 Hz con una frecuencia dominante cercana a los 7500 Hz, el gruñido de la Cobra real, posible gracias a la presencia de divertículos traqueales que actúan como cajas de resonancia, consiste exclusivamente en frecuencias inferiores a 2500 Hz, con una frecuencia dominante mucho más baja, alrededor de 600 Hz, más cercana a la voz humana.
La cabeza de los adultos es maciza y voluminosa, y puede expandir las mandíbulas para tragar presas grandes.
Es proteroglifo, con dos colmillos cortos fijados en la parte anterior de la boca que inyectan el veneno en la presa como agujas hipodérmicas. El dimorfismo sexual, limitado al tamaño y al color, llevó al naturalista G. H. Evans, en 1902, a considerar los dos sexos como especies diferentes: el macho es de tamaño medio mayor que la hembra, hecho inusual ya que en las otras serpientes vemos normalmente lo contrario: las hembras, en cambio, son más oscuras, sobre todo durante el período reproductivo; los machos tienden a oscurecerse durante la estación de las lluvias, y esto es por una función termorreguladora.
Ophiophagus hannah es una especie importante desde el punto de vista médico debido a la alta neurotoxicidad de su veneno, producido por las glándulas suborbitales.
Está clasificada por la Organización Mundial de la Salud en la categoría 2 de las serpientes venenosas, es decir, una especie fuertemente venenosa capaz de causar un alto grado de enfermedad, discapacidad y eventualmente la muerte, con un escaso conocimiento de los datos clínicos y epidemiológicos.
La mordedura de la Cobra real, que puede matar a un elefante en pocas horas, se manifiesta en el hombre con daños locales en los tejidos y neurotoxicidad sistémica: las víctimas suelen desarrollar, alrededor de la zona afectada, fuertes dolores e hinchazones que pueden extenderse a todo el miembro mordido y a las estructuras corporales circundantes. En los casos más graves, la necrosis tisular resultante requiere una intervención quirúrgica que conduce a la amputación del miembro. Si la mordedura no se trata adecuadamente, puede producirse parálisis neuromuscular y muerte por paro respiratorio.
La Cobra real es el único elápido en cuyo veneno se han aislado dos enzimas con efectos opuestos: la hannahtoxina, con efectos hemorrágicos, y la ofiolisina, coagulante.
Como es capaz de inyectar una enorme cantidad de veneno, más de 1 g de sustancia seca, es necesario, por tanto, una gran cantidad de antídoto, no siempre disponible.
Como ya se ha ilustrado anteriormente, Ophiophagus hannah real pertenece a un grupo de especies crípticas, y es posible que dicha diversidad se refleje en la composición del veneno, influyendo en la peligrosidad de la mordedura así como en la eficacia de los sueros antiveneno.
Los estudios sobre la composición del veneno de este reptil son todavía escasos, en particular los relativos a la variabilidad a lo largo de la amplia distribución de esta especie.
Los únicos antídotos existentes, todavía de disponibilidad limitada, han sido sintetizados en la India y en Tailandia para neutralizar los efectos de los envenenamientos causados por las mordeduras de las respectivas poblaciones de serpientes, pero no son tan eficaces en las mordeduras de las otras poblaciones.
Las variaciones geográficas en la composición del veneno de esta especie se deben presumiblemente también a las diferentes preferencias alimentarias en relación con las presas disponibles: las poblaciones de China, en cuyas áreas cultivadas y rurales los roedores plaga son bastante abundantes, tienen un veneno más letal para los mamíferos, mientras que el veneno de las poblaciones del sudeste asiático, que muestran hábitos más marcadamente ofiófagos, parece más efectivo para otros reptiles.
Etología-Biología Reproductiva
Ophiophagus hannah es una especie ovípara cuyos machos muestran una mayor territorialidad y agresividad durante la época reproductiva, generalmente después del invierno, cuando se enzarzan en peleas que rara vez terminan con la muerte del oponente.
Durante este ritual, no letal pero sí demandante de energía, los dos machos levantan la parte superior del cuerpo y se entrelazan entre sí sin morderse pero tratando de abrumar al oponente empujando la cabeza del rival hacia el suelo para obtener el derecho a aparearse con una hembra receptiva.
Durante el ritual de cortejo, que puede ser iniciado por ambos sexos y que dura unos 15-20 minutos, el macho golpea ligeramente con la punta de su hocico, el capuchón, la cabeza y los costados de la hembra quien a su vez estimula al macho arrastrándose un poco más lejos.
Después de haber sido envuelta por la espalda por el macho, quien levanta la base de su cola, es fecundada a través de la introducción alternada de los dos hemipenes en su órgano reproductor; Durante esta última fase, que puede durar otros 15 minutos, los dos animales permanecen prácticamente inmóviles.
Las hembras de Cobra real muestran un comportamiento único entre las serpientes.
Después de unos 60 días desde el apareamiento, antes de poner los huevos, construyen activamente nidos en forma de montículo sobre la superficie del suelo utilizando hojas de la hojarasca y otro material vegetal, y los vigilan hasta la eclosión, atacando, incluso sin provocación, para disuadir a los posibles depredadores.
Los nidos, siempre cerca de un curso de agua, están formados por tres capas: la capa superficial, que protege del calor y de la lluvia, compuesta de material vegetal bien compactado; la capa central, con material vegetal menos compactado, que mantiene la temperatura y la humedad más o menos constantes dentro de la cámara de deposición; la cámara de deposición, bien elevada del suelo, donde se incuban los huevos.
Durante todo el período de incubación, la hembra abandona ocasionalmente el nido para beber, nunca para alimentarse.
Observaciones realizadas en poblaciones del noreste de India y Myanmar han evidenciado la aparición de nidos entre los meses de abril y julio, con puestas de 14-53 huevos y eclosión relevante a los 70-100 días de la puesta.
En la Cobra real se ha documentado, además, la partenogénesis facultativa, es decir, la reproducción asexual mediante el desarrollo de huevos no fecundados.
La Cobra está considerada “VU, Vulnerable” en la Lista Roja de la UICN de especies en peligro de extinción: como muchas otras serpientes, la Cobra real es cazada, criada y comercializada por su carne, su piel y por su utilización en la medicina tradicional, ya que se cree que tiene beneficios para la salud, incluido el alivio de la fatiga y el aumento de la virilidad.
La Cobra real, junto con algunas especies del género Naja, tiene una importancia cultural considerable en numerosas sociedades asiáticas en la cultura hindú, es decir, se la considera como descendiente de las Nāga, deidades mitológicas relacionadas con el agua, la fertilidad y el mundo subterráneo, potencialmente peligrosas pero más a menudo beneficiosas, que adoptan, de vez en cuando, una apariencia humana o serpenteante.
En Tailandia, en la llamada Aldea de la Cobra Real (Ban Khok Sa-nga), los habitantes suelen tener entre ellos a unos cuantos individuos con los que realizan casi a diario rituales propiciatorios.
Un caso emblemático de interacción ritual humano-serpiente lo dan las ceremonias indias realizadas por los monjes hindúes Yogi Nath, universalmente conocidos como encantadores de serpientes: una vez capturada una serpiente, el encantador la pone en una cesta, va a una aldea, atrae a los transeúntes con el sonido de una flauta, hace salir de la cesta a la serpiente, normalmente una Cobra Verdadera o una Cobra Real.
La habilidad en el manejo de la serpiente confiere al encantador una relevancia particular dentro de la sociedad, además de representar una profesión más o menos lucrativa.
Sin embargo, la serpiente utilizada en estas ceremonias es sometida a un estrés importante para evitar incidentes fatales causados por las mordeduras. En el momento de la captura, a la cobra real se le rompen inmediatamente los dientes venenosos para que puedan volver a crecer; luego se corta el aparato venenoso con una aguja afilada, y aproximadamente el 40% de las serpientes tratadas de esta manera reportan inflamaciones e infecciones bucales de diversa naturaleza.
El aparato venenoso no se elimina definitivamente debido al gran tamaño de las glándulas: si se le privara de ellas, su boca parecería más pequeña, reduciendo así el efecto aterrador que esta serpiente suele tener sobre el público.
Finalmente, si la Cobra real resulta demasiado débil, a causa de infecciones y desnutrición, para garantizar un «espectáculo» satisfactorio, generalmente se la libera en el medio natural donde, sin embargo, tiene pocas posibilidades de sobrevivir.
Por lo tanto, no es sorprendente que el uso de animales salvajes con fines comerciales o de subsistencia por parte de las comunidades se haya considerado ilegal en la India desde mediados del siglo XX.
La interacción entre las comunidades humanas y Ophiophagus hannah real también está influenciada por algunos factores ambientales y humanos: el «calentamiento global», las inundaciones y la deforestación contribuyen a la pérdida del hábitat natural de esta especie, cuya densidad de población está relacionada con la presencia de áreas forestales inperturbadas
Los paisajes modificados por la antropización generalmente no garantizan una vida silvestre estable, y esto aumenta la posibilidad de que la Cobra real se establezca en asentamientos humanos, intensificando así los conflictos entre humanos y serpientes, que a menudo, terminan con la matanza deliberada de los reptiles que se encuentran.
En el futuro estos factores podrían convertirse en las principales causas de envenenamiento por Ophiophagus hannah, especialmente en zonas rurales y agrícolas.
Reducir estos riesgos requiere una mayor conciencia pública, la participación de las poblaciones locales y el uso de equipos de protección para minimizar la posibilidad de ataques potencialmente letales. Comprender la sistemática de este taxón icónico no sólo es importante por razones teóricas, sino también con fines de gestión y conservación.
Los grupos formados por especies crípticas requieren una consideración especial al planificar su conservación, ya que las especies que los componen pueden ser más raras o más localizadas que el grupo en su conjunto.
Estas diferentes especies requieren evaluaciones individuales del estado de conservación y pueden requerir diferentes estrategias de conservación.
Ophiophagus hannah es un superdepredador entre las serpientes y, por lo tanto, un indicador apropiado de la salud de la herpetofauna en su hábitat natural. Como especie bandera, es un animal carismático utilizado por las comunidades para llamar la atención sobre un problema ambiental del ecosistema , su protección es ahora imperativa y más necesaria que nunca.
Sinónimos
Hamadryas hannah Cantor, 1836; Naja bungarus Schlegel, 1837; Hamadryas ophiophagus Cantor, 1838; Naja vittata Elliott, 1840; Dendraspis bungarus Fitzinger, 1843; Hamadryas elaps Günther, 1858; Ophiophagus elaps Günther, 1864; Naja ingens Van Hasselt, 1882; Naja hannah Taylor, 1922; Ophiophagus hannah Bogert; 1945; Dendraspis hannah hannah Deraniyagala, 1960.
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