Familia : Giraffidae
Texto © Dr. en Ciencias Giuliano Russini – Biólogo Zoólogo
Traducción en español de Juan Carlos Casalone
Parecia realmente imposible que animales de gran talla y con características tan particulares como el Okapi (Okapia johnstoni Sclater, 1901), pudiesen quedar desconocidos a la ciencia oficial, hasta los inicios del siglo XX, sin embargo, el descubrimiento de este interesantísimo Girafide, porque de esto se trata, resale a los inicios del 900.
Las circunstancias que determinaron este descubrimiento se asemejan a un romance, casi a los niveles de los maravillosos cuentos de Emilio Salgari ; durante mucho tiempo este animal, del cual se tenían sólo noticias en base a historias de poblaciones tribales africanas, formaba parte de aquella disciplina biológica, a menudo al borde de la fantasía, que es la criptozoología, fundada por el biólogo belga Dr Bernard Heuvelmans.
La salida de esta especie de las listas criptozoológicas, donde estaba en compañia del big foot, el yeti, Nessie y el Leviatano, es obra del biólogo zoólogo y etnólogo Sir Henry Stanley, a quien le va reconocido por lo menos el mérito de haber mencionado por primera vez el Okapi, en su famoso libro “En la Africa tenebrosa” o sea “In the darkest Africa” , en efecto este científico en el capítulo dedicado a los Bambuti, una parte de tribus pigmoides congoleñas, cuenta de haber sabido de la existencia de un “Atti” , termino que en Bambuti se asemeja a un “burro” o una “cebra”, que vive en la parte densa de la selva pluvial y que, a veces, venía capturado en las tramperas utilizadas por los indígenas durante las cacerías.
Curioso de esta descripción, siendo también el un biólogo zoólogo, sabiendo que tanto los burros salvajes y las cebras evitan absolutamente penetrar en la densa selva, el Dr Harry Johnston dedujo que, siendo así las cosas, se debía encontrar en aquella región de selvas aún vírgenes, una nueva especie de equino, que se adaptaba a la vida forestal, proponiéndose entonces verificar personalmente el tema, lo antes posible, partiendo hacia África en una expedición.
Llegado al Congo e iniciando las búsquedas en el 1900, en una carta fechada “Fort Portal, Toru, Uganda, 21 Agosto” dirigida a la Sociedad Zoológica londinense, en el mismo año, se expresabde la siguiente manera:“Cuando logré conversar con los miembros de una tribu’ de Pigmeos-Bambuto, estos fueron explícitos, en el momento en el cual pedí información sobre este animal, dijeron en efecto, que lo llamaban Okapi y me dieron también esta descripción= la parte superior del cuerpo es de color marrón oscuro como la tierra húmeda, mientras que el vientre y las patas son estriadas de blanco; llegado al puesto de frontera belga de Mbeni, hice muchas preguntas a mi guía, la cual admitió que, sin duda alguna, existía este animal, aun más, prometió hacerme alcanzar una localidad, en la cual me sería posible capturar un ejemplar, de parte de los belgas, además, pude saber que la cabeza del Okapi era muy alargada, especialmente en correspondencia con el bozal o trompa. Yo esperaba que en la aldea, como me habían asegurado, habría podido encontrar un cuero del animal, pero quedé desilusionado al descubrir que ésta, aunque había existido, había sido destruida por los indígenas, para construir cinturas y bandoleras, pero por suerte se pudieron encontrar un par de piezas bastante grandes, que, a la primera ocasión, les haré llegar. De todos modos es cierto que, de cualquier animal se trate, no es una de las especies conocidas de zebras, ni de un burro salvaje, a pesar que los pedazos de piel, desafortunadamente, pertenecen a las patas o al vientre, siendo estriados. No nos fue posible, durante nuestra breve permanencia en la región, encontrar un ejemplar de Okapi, aunque un oficial del Estado libre del Congo, prometió hacerme llegar una piel completa y un cráneo de este animal”.
Los dos pedazos de piel, largas mas de un metro y anchas unos veinte centímetros, hechas en modo de poder ser aseguradas a la cintura en una extremidad y estriadas en correspondencia de la otra, fueron presentadas durante la sesión de diciembre de la Sociedad Zoológica de Londres, por el biólogo zoólogo Dr Sclater, el cual, en dicha circunstancia, comunicó que se trataba de la prueba de la existencia inequívoca de una nueva especie de “cebra”, que propuso llamarla Equus johnstoni, en honor del biólogo explorador que la descubrió.
Finalmente, a fines del año sucesivo, otro biólogo zoólogo, el Lankaster, recibió una piel completa y dos cráneos del Okapi y así se pudo establecer de que animal se trataba realmente y poderle dar el nombre que hasta hoy está vigente : Okapia johnstoni.Seguidamente fue posible capturar vivos algunos ejemplares, de este raro girafide y los biólogos lograron hasta, a pesar de muchos tentativos infructuosos, obtener la aclimatización en los jardines zoológicos, como los de Londres y Amsterdam.
Al día de hoy, el Okapia johnstoni es considerado como un verdadero y propio “fósil viviente” por la comunidad científica zoológica, dado que en los últimos 20 millones de años no ha cambiado para nada su estructura.
Zoogeografia
La distribución geográfica es limitada, tanto que el biólogo zoólogo Lang, el científico que guió la primera expedición americana con el objetivo de capturar ejemplares vivos, así escribía: “El vive únicamente en una franja de tierra, larga no mas de setescientas millas y ancha ciento cuarenta, situada aproximadamente a setescientas millas de distancia de ambas costas africanas”.
En realidad, biogeográficamente su área es mucho mas restringida, visto que este girafide vive solo en las selvas tropicales del Congo nororiental y no lejos de la frontera con Uganda, particularmente en un territorio comprendido entre los ríos Ituri y Uelle, aun hoy recubierto de florestas impenetrables.
Después de haber sido descubierto, el Okapi , que ya de por si no presentaba una población numerosa, quedó a riesgo de extinción, a causa de las capturas con fines comerciales (para el uso de la piel o para ser vendido a jardines zoológicos occidentales), mientras venían cazados por los indígenas locales, que comían sus carnes y utilizaban sus pieles para sus indumentarias, como hacían con los otros herbívoros. Hoy es una especie protegida, y matarla está prohibido.
Hábitat-Ecología
Área limitada a una restringida zona de la selva pluvial congoleña. La alimentación del Okapi está compuesta por yemas, hojas y brotes que logran recoger con la larga lengua, mientras del suelo logran nutrirse con hongos, hierbas, helechos y frutos. Se nutre sea en fase diurna que nocturna.
Morfofisiología
Tiene las dimensiones de un caballo y caracteres somáticos intermedios entre los de un caballo, de una cebra y de una jirafa (vulgarmente es llamado también caballo de los Pigmeos, población tribal del Congo). Estas características intermedias entre estos dos diversos géneros, han confundido a la comunidad científica por años induciéndola a suponer que se tratase de un hibrido biológico. Pero sucesivos análisis del ADN han demostrado las características de la especie, perteneciente a la familia de los Giraffidae. Presenta un cuello mucho menos largo que el de la Jirafa (Giraffa camelopardalis) aunque logra, utilizando su lengua extroflexible y prensil, alcanzar ramas de hasta 3 metros de altura. Tiene una cabeza correspondientemente más grande, con dos pabellones auriculares bien desarrollados y un par de cuernos pequeños (de dimensiones menores que los de una jirafa) de naturaleza ósea, revestidos por un casi imperceptible estuche córneo caduco.
Presenta una cara alargada, un manto rasado y brillante de color negro-rojizo, con estrías en forma de bandas blancas horizontales de ancho irregular (cebradura) sobre las patas (anteriores y posteriores) y sobre los cuartos posteriores. Presenta una mancha blanca sobre su bozal y sobre la porción parieto-occipital del cráneo. Alcanza una altura de 1,5 m y un peso de 250 Kg ; las hembras son un poco mas grandes que los machos. Aunque se trata de una jirafa, presenta un tronco menos robusto y menos inclinado posteriormente (su morfología se parece más a la de un caballo o una cebra), tiene una cola que alcanza los 40 cm de longitud, la cual termina con un penacho. El olfato y el oído están bien desarrollados, la vista no tanto.
Etología-Biología Reproductiva
Animal de naturaleza y carácter esquivo, tímido y solitario, no es fácilmente observable, y tiende a vivir en la parte espesa de la foresta pluvial de su área específica. En general se encuentran los ejemplares del sexo opuesto solo durante la estación reproductiva, pueden formarse también núcleos de tres individuos.
Durante el momento de cortejar son las hembras que llaman a los machos, con un sonido de timbre bajo que hace eco en la tupida vegetación.El apareamiento sucede en general entre mayo y junio y entre noviembre y diciembre. La hembra tiene un período de gestación promedio de aproximadamente 14 meses (420-460 días).
Nace siempre sólo un pequeño, que puede ser amamantado por un período variable entre los 7-10 meses, para después poder ser destetado. Los cuernos aparecen alrededor de un año después del nacimiento y el completo desarrollo (madurez sexual) se logra a los 4-5 años de edad.
Actualmente, después de la gran disminución entre el 1960 y el 1980, el número de ejemplares de Okapia johnstoni oscila entre los 5.000-6.000 unidades solamente, por ello la IUCN considera la especie como altamente vulnerable, el censo es muy complicado porque, además, los animales son muy esquivos y viven en la parte espesa de la selva, en parte aún inexplorada, donde no se logran observar fácilmente.