Texto © Giuseppe Mazza
Traducción en español de Agata Arena
Jean-Claude Nicette, del Seychelles Tourism Board, nos enseña un sendero casi escondido entre los arbustos.
Estamos en la isla de Mahé en las Seychelles, y nos acompaña, como ya ha hecho otras veces con los periodistas, por una localidad secreta, donde las plantas carnívoras crecen lozanas y felices, protegidas de los turistas.
Rocas graníticas, que se deshacen en suelo cuarzoso, y los restos de una antigua plantación de canela.
Tenemos cuidado de no tropezar en las raíces que afloran, y pienso en lo afortunados que somos de poder pasear aquí, en el ecuador, con toda seguridad, como en el jardín de nuestra casa.
Nada de serpientes venenosas, nada de garrapatas, y nada de malaria.
Aunque pueda parecer increíble, para uno que está todo el día sobre el terreno, en contacto con la naturaleza, en dos semanas solo he visto tres mosquitos, y el agua del grifo es casi siempre potable.
Como me dijo, bromeando en la mesa, Maurice Loustau-Lalanne, presidente de las Seychelles Island Foundation, aquí “el único peligro verdadero son las mujeres”.
Una mirada a su esposa Giusy, con la que comparto el peso de los aparejos fotográficos, y después de una breve subida, nos hallamos enfrente de un arbusto completamente recubierto por los ascidios de un Nepenthes pervillei .
Muchas garrafas pequeñas pintadas, que parecen reír debajo de sus divertidos sombreros.
Es el mejor lugar para sacar las fotos, nos explica Jean-Claude.
La vista es espléndida. El océano, con un cielo borrascoso, como pintado, y en frente la pequeña Isla de las vacas.
El problema es que estamos encima de un acantilado. Entre nosotros y la mata hay un agujero, escondido en la hierba. Y aunque lograra bajar, luego me hallaría más bajo que los ascidios. Para fotografiarlos desde el alto junto al panorama, vendría bien tal vez una escalera doble. Pero no hay, y por lo tanto hay que contentarse de un buen primer plano con el teleobjetivo.
Es el mejor emplazamiento, nos repite Jean-Claude. Y efectivamente tiene razón. También estoy un poco enfadado por el hecho del panorama «bonito e imposible», aquí las plantas son verdaderamente estupendas, con urnas grandes el doble con respecto a los pálidos ejemplares de Copolia, frecuentemente ahogados por la hierba y transformados en bonsai del hambre.
Desciendo por los lados y miro alrededor . Regreso sobre el sendero. Basta dar pocos pasos, y mis espléndidas Nepenthes , que aquí llaman «Pitcher plant», «Liane pot à eau», o » Pot à eau «, de repente desaparecen.
Aunque hora mismo el tiempo es bueno, ya ha caído alguna gota, tanto que hemos debido correr para proteger los objetivos, y de un momento a otro podría llover.
Para no correr riesgos, dejamos el caballete y las bolsas a Jean-Claude, y seguimos ligeros a lo largo del sendero, para la exploración, con una sola cámara fotográfica.
Después de unos minutos de camino, descubro a mí derecha, en el suelo, un ejemplar pomposo, con los ascidios enormes. A mí izquierda, saliendo del sendero, una extensión inimaginable de Pitcher plant, que han colonizado decenas de arbustos. Pido a la esposa correr para recuperar a Jean-Claude, y al resto, y empiezo a sacar los primeros planos.
A medida que subo, las rositas del Pitcher plant se hacen muy densas en el suelo, que ni se donde poner los pies para no aplastarlas.
» Ten cuidado con las plantas «, grito alto a Giusy, que mientras tanto ha llegado con los refuerzos.
Monto el gran angular para una panorámica espectacular, pongo la burbuja fotográfica, pero mientras tanto el sol ha desaparecido.
Aprovechamos la pausa para arrancar las malas hierbas que dañan la vista sobre el Boileau Bay y la Pointe Lazare de Mahé, y por fin la perseverancia es premiada.
Un gran botánico local, Lindsay Chong-Seng, luego me explicará todo sobre estas plantas.
En el mundo existen cerca de 70 especies de Nepenthes . Una en las Seychelles, dos en Madagascar, una en Sri Lanka, y las otras entre el nordeste de la India y la China, hasta Nueva Caledonia y al norte de Australia, con el pico de la concentración en Malasia.
El Nepenthes pervillei crece exclusivamente en las islas de Mahé y Silhouette, entre los 400 y los 750 metros de altura, y muestra algunos caracteres primitivos con respecto a la otra especie, se piensa que la cuna de las Nepenthaceae haya sido precisamente aquí, en el antiguo Gondwana, y que de estas tierras luego se habrían desplazado hacia el este a la conquista del mundo.
Y no faltan los botánicos, que basándose en algunas especificidades de los frutos y de las semillas, querrían crear un nuevo género, y hablan, con convicción, de un Anurosperma pervillei .
Mientras los demás replican que hay diversidades, algunas se alternan también en otras Pitcher plant.
De todos modos, se trata siempre de especies dioicos, es decir con sexos traídos de plantas diversas.
El primero que habíamos encontrado, lo que terminaba de repente, era probablemente un “ macho aislado ”, que había colonizado decenas de metros con sus ramas.
Las Nepenthes pervillei crecen en efecto de un modo completamente particular, a decir poco extraño.
De las semillas nacen tiernas plantitas , con hojas de ocho milímetros, que ya fabrican algunos minúsculos ascidios de dos milímetros y medio.
Con el tiempo se desarrollan. Y después de varios años se pueden hallar en el suelo vistosas «rositas madres», con hojas más largas de un palmo, y anchas también de 7 cm.
A su lado crecen las urnas, sostenidas de largos pedúnculos rastreros, que pueden alcanzar los 40 cm.
Lo extraño, es que cuando estas pequeñas «garrafas trampa» crecen a la sombra, sobre las jóvenes plantas en el suelo, son rojo púrpura, con dos vistosas crestas longitudinales, membranosas, de largas pestañas.
En cambio cuando crecen a pleno sol , en las ramas de la planta huésped, no llevan ni crestas, ni pestañas, y los pedúnculos se reducen a apenas 2-5 cm, lo que basta para tener los ascidios en posición vertical con respecto a la hoja.
También el color cambia. Peludos y herrumbrosos en el primero estadio de desarrollo, se ponen rápidamente pelados con tonalidad verde amarillenta, para mancharse luego de púrpura, en la vejez, después de algunos años.
En ambos casos pueden alcanzar los 14 cm de largo, con una tapa, más o menos roja, de cerca de 3 cm de diámetro. Sirve para que el agua pluvial no diluya demasiado los jugos digestivos, que se recogen en el fondo del ascidio.
Un líquido viscoso y dulzón, destilado de las innumerables glándulas circulares que tapizan la parte baja de las paredes internas.
Encima de las paredes de la trampa se revelan en cambio perfectamente lisas, están recubiertas de células cerosas revueltas hacia abajo.
Cuando los malaventurados insectos se deslizan dentro del pozo, atraídos por el perfume, luego no tienen el mínimo asidero para salir.
Mueren ahogados. Sus tejidos son lentamente digeridos por las enzimas proteoliticis de la planta, y por fin, en lo profundo de la urna, se hallan solo los pobres esqueletos quitinosos.
Las víctimas son el 80 % fórmicos, aunque he visto y fotografiado varias moscas en las flores y en el borde de los ascidios.
Pero volvemos a las rositas crecidas en el suelo.
Después de un decena de años, desarrollan una liana, que rastrea en el terreno hasta que encuentra un arbusto.
Lleva hojas aparentemente semejantes, pero son diferentes, porque, por lo general, en lugar de los ascidios en la extremidad hay sólidos zarcillos con los que se agarra al huésped.
Y como también hay que comer, cerca de cada 5 hojas, esta la liana se para un momento para reflexionar, y engendra una nueva rosita con los ascidios ….. de los que partirá una nueva liana.
Trepa por aquí, crece a la derecha, crece a la izquierda, y crece abajo, al final se descubre que una gran extensión de Nepenthes pervillei está hecha probablemente solo de 3 ó 4 plantas madre, y que se trata pués de una especie vulnerable, muy importante, como las → TORTUGAS GIGANTI DI LAS SEYCHELLES en el anexo II del CITES.
A diferencia, por ejemplo, de las fresas corredoras, las rositas de ésta planta en efecto no radican; y cuando el pie de la planta muere, está comprometida toda la red.
Al revés de lo que se podría pensar a primera vista, viéndolas así, con sus innumerables trampas extendidas, las Nepenthes pervillei no son, como las epifitas, desvinculadas del suelo, sino que necesitan de raíces profundas, que bombeen sin parar el agua y el nutrimento.
Como todas las plantas que se respetan, también estas fantasiosas lianas trabajan de hecho cada día, bajo el sol, a pleno ritmo.
Cogen los minerales desde el suelo, y los transforman, con la fotosíntesis, en madera y hojas.
El alimento que llega con los insectos, para ellos es solo un «excedente» , una integración alimenticia periférica, para el lujo arquitectónico y el desarrollo de las fluorescencias .
Cuando llega el momento de reproducirse, las plantas macho generan algunas rampas florales rojo-bruno de 20-40cm, que se ramifican en 10-20 cimas escorpioides, es decir dispuestas, como dicen los botánicos, al estilo de la cola enrollada de un escorpión.
Como podéis notar en la ampliación aquí al lado, llevan, uno cerca del otro, algunas minúsculas flores estrelladas, que no superan el medio centímetro.
Cuatro o cinco pétalos verdosos, semejantes a pétalos puntiagudos, que protegen los estambres, con las anteras cercanas al centro entre ellos, casi formando un encaje.
Las plantas hembras tienen estructuras análogas, pero menos ramificadas, como se ve debajo, en la última foto del informe.
Las pequeñas flores, con 3-4 pétalos cortos unidos a la base, están también aquí reducidos al mínimo. Pero más que estelar, la imagen es en su conjunto redondeada.
El ovario, mide cerca de un par de milímetros, y está prácticamente pelado.
Arriba 3-4 estigmas recogen el polen traído por los insectos, y en sección una acogedora pequeña habitación con 3-4 galerias, y otras tantas placentas, con los óvulos que esperan la boda.
El fruto es una cápsula alargada, de un centímetro y medio, que se abre con 3 valvas para dispersar en el viento algunas pequeñas semillas fusiformes.
Quien tiene la suerte de ir a las Seychelles, puede admirar estas increíbles plantas en Mahé en localidad Mont Jasmin, Glacis Sarcelles, Mont Coton, Congo Rouge, Morne Blanc, Trois Frères, Sans Souci, Copolia, Mont Sebert, e Broulée.
Y en Silouette se hallan en el Grand Congoman, una cumbre, a 621 metros de cota, dominante La Passé; en el Mont Pot à Eau, nombre sin equivocaciones, para una bonita cumbre cerca de los 730 metros al este del Mont Dauban; y en la cumbre de Gratte Fesse.
Inútil decir que hay que tener cuidado con no pisarlas, y que no se pueden recoger.
Y por otra parte no tendría algún sentido, porque el crecimiento es muy lento, y las condiciones geo-climáticas, de las que necesitan, son casi imposibles de reproducir.
Por tanto puede parecer increíble, pues se ha descubierto, recientemente, que dos especies de ácaros y un mosquito se reproducen en los ascidios del Nepenthes pervillei.
No solo no son digeridos por el liquido, sino que nada menos, allí depositan los huevos.
Una clase de simbiosis, por lo tanto.
El animal halla un lugar seguro donde traer al mundo los hijos, y la planta saca de todos modos un nutriente de sus sobras.
Es un poco como pasa en el mar con las anémonas urticantes, temidas por todos los peces, pero no del Amphiprion, el simpático clown del mar, que entre sus tentáculos mortales ha construido su casa.