En Australia existe un invernadero solo para ellas. La Selva de Mariposas de Entibes. El criadero de las mariposas en los grandes invernaderos abiertos al público.
Texto © Giuseppe Mazza
Traducción en español de Silvia Milanese
Si bien tienen indudablemente valor sistemático, las mariposas de los museos son hoy en día un recuerdo del pasado.
Pequeños cadáveres clavados y fijados a un soporte, con etiquetas amarillentas escritas con tinta china, y cantidades de alumnos de paseo, que olvidando inmediatamente los nombres científicos asimilan rápidamente la idea de la caza. Legiones de despiadados Terese vispe y entomólogos aficionados en busca de las pocas mariposas sobrevivientes de la civilización industrial, para dar frecuentemente el golpe de gracia a las formas más extrañas.
En el último siglo, la población de los lepidópteros italianos se ha reducido en un 99%; en otras palabras donde volaban 100 mariposas, hoy solo hay una. Dejando a los coleccionistas de lado, la cantidad de mariposas ha disminuido debido a la contaminación ambiental incluyendo a los insecticidas, pero sobre todo por los importantes cambios o modificaciones ambientales.
Las “zonas húmedas” o humedales que conservaban una buena cantidad de especies, hoy son casi del todo “bonificadas” usando para ello fertilizantes químicos, esparcidos sin ningún tipo de cuidado en los campos que luego se mezclan con el agua del suelo, agregándose a esto los óxidos de nitrógeno de los escapes de los automóviles que por cierto contaminan a lo largo y a lo ancho las praderas y los bosques.
Las tierras se engordan mediante el uso de fertilizantes, por decirlo de algún modo, y muchas plantas, nacidas por dietas pobres en nitrógeno tienden a desaparecer, mientras que otras crecen exageradamente ahogando a las primitivas. De éste modo, si en el principio de siglo una pradera albergaba 50 tipos de plantas, hoy solo quedan alrededor de diez variedades. Para las vacas y los turistas de los días domingo, esto no les afecta prácticamente en nada, pero las orugas de mariposas, que se nutrían con una alimentación selectiva tomada del resto de los 40 tipos de plantas desaparecidas, mueren de hambre antes de ser envenenadas por los pesticidas.
El libro rojo de los lepidópteros italianos cuenta con más de 50 mariposas en riesgo, entre ellas el tan bello Apolo, que si bien en algún año favorable puede parecer todavía frecuente sobre nuestras montañas, está en clarísima disminución. En el año 1973 tuvo el triste privilegio de ser el único invertebrado en la Convención Internacional de Washington de ubicarse en la lista de los animales en peligro de extinción, por lo que es necesario regular y detener el comercio.
¿Y los jóvenes que visitaban los museos? Ahora son mayores, pero gracias a la educación ecológica recibida, continúan con la vocación de cazadores-coleccionistas. Y hoy que en Italia quedan pocas, observan a las grandes mariposas exóticas , no siempre de criadero, muertas para componer una figura y recuadros de pésimo gusto; se consumen decenas de millones de ejemplares en el año, y se facturan aproximadamente 35 millones de dólares y existen 20.000 personas que se dedican a cazarlas en el tercer mundo.
Hace algunos años una importante revista del público femenino, de gran tirada, llegó al extremo de homenajear a las lectoras de los dibujitos que provenían de Taiwán, donde por practicidad, las alas de las mariposas exóticas se pegaban sobre un pequeño cartón junto al dibujo del cuerpo. Una hermosa “promoción” sostenida por graciosas modelos. Evidentemente poco importaba si luego alguna especie moría.
Afortunadamente en el año 1981, cuando los zoológicos de las ciudades fueron calificados como inadecuados y un huracán de documentales televisivos mostraban la poca calidad y valor pedagógico de los mismos, a alguien en Inglaterra le nació la idea de hacer buen dinero con mariposas vivas, y de éste modo creó en Syon Park, en las proximidades de Londres, la primera Butterfly house del mundo (casa de mariposas). Una exuberante vegetación tropical entre mágicas paredes de cristal; un invernadero con centenares de mariposas exóticas en libertad, que no le temían al hombre a tal punto que se posaban sobre sus ropas, confundiendo muy frecuentemente el sudor de los turistas por néctar; es un negocio que aún hoy roza los 250.000 visitantes por año.
La suposición de que esto iba a dar resultado era simple: ninguna crítica de los protectores de la fauna animal, ya que para las mariposas un invernadero exuberante de alimento sin depredadores era un paraíso terrestre bastante importante; bajos costos en alimentación, y sobretodo un nuevo modo de presentar a los lepidópteros en un medio ecológico y de protección a la vida.
De éste modo en lugar de mariposas lucidas como joyas engarzadas, estaban las mariposas en acción: los apareamientos, cuando entrecruzaban las alas formando románticos corazones; la eclosión de los huevos, cada uno con su estilo típico, exquisitos en sus bajo relieves ornamentales; las orugas prácticamente mimetizadas eran auténticas máquinas come hojas que baten todo record de engorde, pasando obviamente por varios cambios; las larvas muchas veces de grandes dimensiones, que esperan la metamorfosis bajo tierra, en capullos, o bien sostenidas cabeza abajo en estuches transparentes; y el “segundo nacimiento” de las mariposas, cuando la piel de la crisálida se rompe para dar a luz a la mariposa adulta. Primero aparece la cabeza, luego el tórax, después las patas y las alas apenas diseñadas parecidas a muñones. El insecto busca un punto de apoyo y allí queda suspendido. Cumplido todo esto, posteriormente bombea un líquido, como si fuese sangre que no es otra cosa que la hemolinfa color ópalo en la cavidad de las alas y éstas se extienden como velas al viento. Se endurecen al sol, se tornan brillantes y la mariposa esta ya lista para su primera leve danza de amor en el aire y en la luz.
Es este un rito mágico que se repite desde hace 150 millones de años, desde el período Jurásico, y es hoy un espectáculo que se repite en casi unos 60 zoológicos de mariposas que surgieron como los hongos en todo el mundo tomando el ejemplo inglés. Los más célebres, más allá de la ya nombrada Casa de Mariposas de Syon Park, están: la Casa de las Mariposas de Schlosspark en Schönbrunn en las proximidades de Viena; la Selva de las Mariposas de Entibes en Francia; el Mariposearía de Neuchâtel en Suiza y la Casa de Mariposas en el zoológico de Melbourne en Australia.
En Italia, sobre las Colinas Eugénicas, aproximadamente a 10 km de Padua, existe en las Termas de Montegrotto, el Arco de las Mariposas, un invernadero de 700 m2 con un excelente bosque tropical, y además cuenta con más de 140 especies exóticas. Y, en cualquier lado la filosofía es la misma: ayudar al público con cartelitos, cintas grabadas, folletos y guías para descubrir divirtiéndose y en pocos minutos el increíble mundo de los lepidópteros.
Se aprende que los espléndidos colores de las alas no siempre tienen una base química, más bien, en muchos casos los colores que vemos son inexistentes y nacen de fenómenos de interferencia y difracción de la luz en pequeñas y ligeras escamitas, transparentes sobre puestas como si fuesen tejas de cristal, cuyos dibujos y contrastes brillantes sirven para mimetizarse y asustar a los agresores, o bien para conquistar un compañero que se encuentre en las cercanías, luego que un “irresistible perfume de amor”, que no son otra cosa que las feromonas, han surtido efecto, a punto tal que las especies nocturnas desarrollan grandes antenas, ramificadas capaces de individualizar, incluso entre los olores a combustible de una gran ciudad, la presencia de una hembra a dos kilómetros de distancia.
Puede parecer increíble, pero algunos lepidópteros de cuerpos robustos y pesados, de alas cortas, llegan a alcanzar los 60 kilómetros por hora; la probóscide de una especie exótica usada para libar el néctar de las orquídeas y que nace en la garganta muy profunda, alcanza extendida los 28 cm de largo; muchas especies nocturnas poseen sofisticados tímpanos sobre el tórax o sobre el abdomen para percibir los gritos ultrasónicos de los murciélagos, que son sus enemigos mortales; y los órganos del gusto de las mariposas no están sobre la cabeza, sino en las patitas.
Es el motivo por el cual los visitantes las ven tamborilear con las patitas como si fuesen pasos de danza, las flores de lantana y los heliotropos, presentes en todos los invernaderos debido a que son fáciles de cultivar y muy ricas en néctar, o trozos de manzana cortados en fetas, peras, duraznos y naranjas, frutas éstas muy ricas en azúcares y vitaminas en éste caso todos estos nutrientes están ofrecidos allí en los invernaderos. En la naturaleza, las frutas caen al suelo y se descomponen si ser sus componentes vitales aprovechados en toda su excelencia.
Debido a que de todos modos, no resultan suficientes, cada casa de mariposas, coloca sus propias mezclas vaporizándolas con una especie de jeringa sobre las corolas o en grandes flores plásticas de atractivos colores. Se trata de una solución de miel y azúcar a las que se les suele agregar algo de lácteos y glucosa.
Con gotas de agua y el vapor de los nebulizadores, la humedad en general se mantiene alrededor de los 70 a 80%, y la temperatura de noche que de noche cae hasta los 15 o 16° C, como en los trópicos, se la ajusta en el rango de los 25 a 30° C durante el día. La especie de mayor tamaño, como es la Mariposa Atlas (Attacus atlas), del Asia sur oriental, que puede alcanzar los 30 cm de largo, tienen necesidad de mucha energía para lograr su vuelo, y el calor es un factor indispensable conjuntamente con la alimentación.
Así, si se desea admirar muchas mariposas en vuelo, es conveniente visitar la Casa de las Mariposas hacia el medio día, que es cuando el sol está alto en el cielo y la temperatura alcanza los máximos niveles. Más hacia el atardecer, es el momento ideal para observar el cortejo, con grandes y largos abrazos que generalmente duran hasta el amanecer.
¿Cuánto viven estas mariposas? Lo que la naturaleza les permite. Pero más allá de alguna especie particularmente longeva, puede llegar a los 3 meses, la media es de 3 – 4 semanas, sin contar el período en que aún son orugas. Además como las orugas, comen mucho y están en la misma situación que los huevos, es decir siempre son proclives al ataque de parásitos, entonces por lo general solo el 10 al 20% de las mariposas se reproduce en el mismo lugar, y esto es un impedimento para que las especies de buena boca puedan producir orugas espectaculares en cuanto al tamaño, color, comportamiento o capacidades de mimetización. El resto de las especies alcanza casi siempre, vía aérea en 24 horas los criaderos de Camerún o de Malasia, ya en estado de crisálida o en estado adulto.
La concentración de mariposas que se mantienen en los invernaderos es en general de 1 a 4 por m2, y las estrategias que se desarrollan para la lucha contra las enfermedades son diferentes según la seriedad de la institución y el porcentaje de mariposas reproducidas en el lugar.
En Melbourne (Australia) por ejemplo, donde gustan de mostrar a los visitantes el ciclo reproductivo completo de las especies locales, se deben desinfectar en recipientes especiales las suelas de sus zapatos o zapatillas, mientras que en la sección dedicada a las mariposas en el Park Phoenix de Nizza, donde las mariposas no son consideradas demasiado importantes o interesantes, no tiene ningún tipo de precauciones.
Es evidente, de todos modos, que no se pueden usar insecticidas para destruir arañitas rojas, cochinillas, afidios, hormigas, y arañas que amenazan las plantas, las larvas, o los huevos. Se realiza, por este motivo, en todos lados una importante lucha ecológica: pequeñas codornices de origen chino, que no atacan a las mariposas en vuelo, pero devoran cantidades impresionantes de insectos, multitudes de cochinillas, que cazan a los afidios y hasta bacilos inocuos para la mariposas como lo es el Thuringiensis, que infectan y destruyen las larvas de los parásitos.
Los visitantes y, fundamentalmente, los estudiantes, aprenden en vivo y en directo que la naturaleza necesita ser vista en su conjunto; que animales, plantas y ambiente están estrechamente relacionados: y que el pequeño pero complejo ecosistema de una Casa de Mariposas puede ser actuar de banco de pruebas para los problemas ecológicos del mundo.
EL INVERNADERO DEL ZOOLÓGICO DE MELBOURNE
En el zoológico de Melbourne ha dejado de llover. Dejo a mi asistente con todos los equipos en el kiosco de las bebidas y tomo una callecita entre los árboles. Estoy apurado por ver qué cosas han cambiado desde mi última visita.
Encuentro un Brachychiton acerifolius en pleno brote, cubierto sólo de flores rojas, y me detengo para admirar las increíbles Calothamnus o Limpia Botellas, la Melaleuca o sea un Mirto y los Callistemon, Limpia Tubos, parientes todos del mirto y que cuyas corolas de color escarlata similares a fuegos artificiales y secándose al viento nos dan la impresión de ser escobillas para limpiar botellas.
Mientras pienso que en el jardín botánico he fotografiado ibis y papagayos en libertad, entonces será apropiado el momento para preparar mi tele objetivo macro para las flores. En mi recorrido encuentro una barrera con un cartel. Dice que no se puede sobrepasar la barrera, pero, el zoológico ya está por cerrar, alrededor no hay nadie a quien preguntar, entonces, sigo delante de todos modos empujado por la curiosidad profesional.
Y delante de mis ojos aparece un gran invernadero, tal alto como una casa de dos pisos y como treinta metros de largo. Está cerrada y la circundo sin entender que hay adentro. Más allá descubro otra, ésta más pequeña, con los vidrios mojados por la condensación.
Espío entre las dobles puertas y veo flores artificiales y centenares de enormes mariposas negras que vuelan alrededor de una hermosa muchacha. Tiene una gran jeringa en la mano e inyecta algo en las flores de plástico. La veo trabajar, como en un sueño, hasta que se da cuenta de mi presencia y sonriendo acude a abrirme la puerta.
Este sector está cerrado al publico me dice, y para estar aquí es necesario un permiso especial.
Le muestro mi credencial de periodista y le prometo que si me permite dar una mirada me iré enseguida tranquilo y volveré mañana, para tomar las fotografías con la debida autorización.
Está bien -dice la muchacha- pero antes coloque aquí los pies por favor, y me hace sumergir los zapatos en una solución desinfectante.
Finalmente, ya desinfectado, atravieso las dobles puertas del invernadero para la reproducción de las mariposas y como en el relato de Alicia, me encuentro de repente, en el país de las maravillas.
Antes que se me empañen los anteojos por el calor húmedo típico de los bosques pluviales de Queensland, reconozco por lo menos seis especies de mariposas, orugas y crisálidas sobre plantitas ubicadas en macetas.
Me alcanza para entender que hay abundante material para un artículo, regreso corriendo al hotel y llamo por teléfono a la redacción de Naturaleza Hoy preguntando por el vice director Ruggero Leonardi. Nadia, la simpática y romántica secretaria de redacción me lo pone al teléfono rapidísimo y Ruggero, luego de preguntarme si me he vuelto loco, debido a que llamo a costa de la casa Rizzoli desde la otra parte del mundo, parece satisfecho y convencido.
Al día siguiente la señorita Lynda Manning, la atractiva encargada de Relaciones Públicas del zoológico, me hace entrar en la oficina del Presidente del Zoological Board de Victoria, el señor A. Dunbavin Butcher, explicándome que es un personaje muy importante y no debo distraerlo más de cinco minutos.
Me recibe en saco y corbata en una oficina lujosa que incomoda un poco, pero deja enseguida su escritorio y nos hace sentar en una esquina de la sala. Le explico que Naturaleza Hoy, con una tirada de mas de 150.000 copias, es la más revista más importante europea que habla de animales y plantas y muestro los artículos que he escrito años atrás sobre la fauna australiana.
Es amable y enseguida me toma simpatía. Nuestra Casa de Mariposas, me dice, es la primera en el hemisferio Sur y las más modernas, luego de la experiencia de los ingleses y de los japoneses en el sector.
Se encuadra en el programa de Servicios a la Educación, una actividad dirigida a los adultos, pero sobre todo a los jóvenes, el conocimiento y el amor por la naturaleza. Cada año por lo menos 10.000 estudiantes visitan el zoológico acompañados por 14 docentes especializados que trabajan aquí con nosotros en un régimen de Full Time. Existen siete aulas, siempre llenas, con cursos de todos los niveles, y se insiste para los que los jóvenes toquen pelos, cuernos, huesos y manipulen animales vivos sin estresarlos: zarigüeyas, luciérnagas y hasta serpientes. Durante la visita tienen una especie de “deberes en clase”: deben completar con observaciones y respuestas, folletos ilustrados y cuestionarios. Para las mariposas ha sido preparado un pequeño librito en colores que enseña como reconocerlas y criarlas.
Lo hojeo y aprendo a construir en casa una trampa para mariposas, un terrario de madera o cartón para las orugas y algunas jaulitas para la reproducción de las especies más pequeñas. Es necesario primero cultivar en un florero las plantas de las que se nutrirá la mariposa, luego se fijan en el terreno, formando una cruz, dos arquitos de metal y sobre ellos se calza una media de nylon o una redecilla de tejido muy fino.
Tenemos algunas listas para mostrárselas a los estudiantes, continúa el señor Butcher, y al final del libro está como siempre, la sección para las observaciones. Deben escribir cuantos huevos han puesto, luego de cuántos días se produce la eclosión, cuanto tiempo emplean las orugas para crecer y transformarse en crisálidas y cuanto dura, en función de la temperatura, el sueño de las crisálidas.
Mientras le agradezco y salgo para dirigirme al invernadero el señor David Crosby, responsable de la Casa de Mariposas y Vicepresidente de la Sociedad Entomológica de Victoria, me cruzo con la señorita Lynda Manning, que me mira incrédula y se preguntará probablemente, aún hoy, como es que el señor Butcher haya podido saludarme sonriendo luego de media hora de entrevista.
Hoy el sol pica fuerte y prontamente noto, sobre el techo del gran invernadero, una especie de carpa que reduce la insolación. En el interior, jardineros y electricistas trabajan entre enjambres de mariposas mientras un técnico controla el higrómetro y algunos otros sofisticados armazones.
Dentro de tres semanas será inaugurada, dice David Crosby viniendo a mi encuentro, y estamos poniendo a punto una instalación fotoeléctrica para poder mejorar los niveles de iluminación. En Melbourne el tiempo es muy variable y frecuentemente se pasa, en el curso de pocas horas, del verano al invierno. Por esto tenemos colocado en el exterior unas cortinas regulables y en el interior potentes lámparas, con luces similares a las del sol, que producen también rayos ultravioletas que inducen a las mariposas a volar en los días nublados.
La temperatura mínima está regulada a 25° C durante el día y 16° C por la noche y si se superan los 32° C comienzan a funcionar 3 o 6 unidades de enfriamiento por evaporación que rápidamente llevan el invernadero a 27° C. La humedad relativa no debe ser inferior al 50% y está mantenida en éste nivel también durante el riego de las plantas y de un arroyuelo que atraviesa el invernadero, por debajo de la pasarela de los visitantes. En efecto, con mucha fantasía y buena voluntad, se ha querido recrear el paisaje de un bosque tropical australiano, con alguna contaminación de especies introducidas de Sur América.
Bromelias, orquídeas, helechos y plantas de interiores se mezclan con los bananeros, palmeras y arbustos florecidos que llaman la atención de las mariposas. El resultado es muy agradable e imagino como será dentro de algunos años, cuando las plantas ya estén crecidas y las enredaderas hayan cubierto las paredes de ladrillo desde donde salen las parrillas de climatización.
Los dos tercios de las plantas, continúa David, son ornamentales permanentes. El resto, se renuevan periódicamente, sirven para nutrir a las mariposas y a las orugas. Si bien, esta Casa de Mariposas está pensada sobre todo para la exposición al público, algunas especies, como la Papilio ulysses o mariposa azul de la montaña y las Ornithoptera priamus, se reproducen aquí debido a que las plantas necesarias para sus orugas no pueden ser cultivadas fácilmente en los invernaderos de soporte.
Mientras nos dirigimos a estos últimos, David me explica que la principal, donde ayer encontré a mi “hada de la jeringa”, está destinada a los apareamientos y mide 7 metros por 13. En el interior se ven los infaltables equipos y una blanda red de nylon que recubre los vidrios.
Estas redes están precisamente para evitar que las mariposas se dañen en sus vuelos nupciales, dice David, y para estimularlas hemos aumentado la luz de 1.000 lux del invernadero, que es lo que tiene cuando hay público visitando, a 1.500 – 2.000 lux. Las lámparas que asemejan a la luz, el color y el calor del espectro solar, funcionan aquí desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche y están precedidas y seguidas en el recorrido de las horas, por 45 minutos, de lámparas normales incandescentes de luz roja que asemejan el amanecer y el atardecer. Las especies hospedadas, hasta el momento, son todas australianas y hemos dado la preferencia a las de Queensland porque en la naturaleza tienen solo 4 a 5 ciclos anuales y nosotros queremos obtener 10 mejorándoles la alimentación y el ambiente.
Pero, ¿qué es lo que comen y cuánto viven? Pregunto observando una Vanesa o Almirante Rojo que chupa una flor de plástico.
El néctar natural no les alcanza, me explica, y hemos debido recurrir a néctares artificiales que vaporizamos cada día con jeringas en las flores verdaderas y en aquellas de plástico. Se trata de solución acuosa de glucosa, miel y extractos de leche debido a que en la naturaleza el sabor de un néctar en general está asociado a un cierto color, estamos haciendo investigaciones para determinar a que color las mariposas se conectan más fácilmente con nuestras mezclas.
El período medio de vida, varía según la especia, puede ser desde 2 – 3 semanas a un mes y para conocerlo con exactitud, las señalamos con colores sobre las alas en el momento del nacimiento.
Veo llegar dos obreros con plantitas de limón en una maceta.
Sirvan para las Orchard (Papilio aegeus) o mariposa del mar Egeo y las Ambrax (Papilio ambrax). Las larvas, continua David, comen casi ininterrumpidamente y para dar un golpe de genialidad en el público, tenemos algunas especies de gran tamaño, el consumo de hojas es enorme. Las plantas no pueden ser devoradas más allá del 75% y para reciclarlas hemos debido preparar un semillero con centenares de macetas.
Me señala una Pasionaria, sobre la que las mariposas Orange Lacewing (Cethosia penthesilea) han depuesto microscópicos huevecillos y algunas Asclepias llenas de larvas de rayitas amarillas y negras de la Mariposa Monarca (Danaus plexippus).
¿Pero estas no son plantas de coliflor? Pregunto sorprendido.
Por cierto, y sirven para el Programa de Educación debido a que las mariposas que aman la coliflor son un banco de prueba para los muchachos: las encuentran en todas partes y son muy fácil de reproducir.
Mientras observo una gran oruga de Mariposa del Mar Egeo o Papilio aegeus que, cuando está enojada, saca extraños cuernitos, veo una muchacha moverse entre las plantas con una botella y un pincel.
La lucha contra los parásitos, me explica David, no puede ser realizada con insecticidas que matarían las mariposas, y así, cada día, manualmente, eliminamos arañas y afidios pincelándolos con alcohol.
Otra muchacha, entre tanto, ha recogido sobre un platillo algunas larvas y la seguimos a uno de los dos pequeños invernaderos de soporte donde, en tantos compartimientos, las crisálidas esperan el mágico momento de la eclosión. Están pegadas, cabeza abajo, en ramitas de leña o, verticalmente a astillas agujereadas. Los Lepidópteros son, en efecto, insectos holometábolos, pasan por las fases de huevos, orugas o larvas y capullo o crisálidas.
El 80% de las mariposas que nacen aquí, concluye David, son liberadas en el invernadero para el público, el 20% restante pasa para la reproducción. Estamos haciendo experimentos sobre la resistencia al frío de las crisálidas y más o menos a la mitad de 1986 suponemos que podremos redoblar las especies expuestas.
Agradeciéndole le aseguro que volveré para verificar los progresos y me voy convencido de haber participado a un aspecto histórico en el crecimiento de los jardines zoológicos.
Los insectos, pensándolo en sentido evolutivo, son los únicos rivales del hombre. Tienen la fuerza de los numerosos, cuentan con potentes venenos y dan enormes servicios en la polinización de las plantas, pero pueden también destruir, en pocos días, sus cosechas. Se cuentan más de 750.000 especies contra apenas 5.000 especies de mamíferos. Y entonces ¿porque no fomentar el conocimiento de las personas con estos espacios en nuestros zoológicos?
NATURA OGGI – 1986
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