Familia : Muraenidae
Texto © Giuseppe Mazza
Traducción en español de Carlos Jiménez
La morena verde (Gymnothorax funebris Ranzani, 1839), pertenece a la clase Actinopterygii, los peces con aletas radiadas, al orden de los Anguilliformes y a la familia Muraenidae.
El nombre del género Gymnothorax deriva del griego “gymnos”, desnudo y del latín “thorax”, tórax, en referencia a que a diferencia de las anguilas el tórax no tiene aletas pectorales y por tanto está desnudo. El nombre específico funebris, fúnebre en latín, hace referencia al color uniforme y apagado con matices verdosos de la especie.
Zoogeografía
La morena verde está presente a lo largo de las costas atlánticas tropicales de América, desde Florida y las Bahamas hasta Brasil, pero también en las islas de Cabo Verde y a lo largo de las costas de Senegal, donde llegó arrastrada por la Corriente del Golfo.
No se sabe cómo, pero también se ha reportado en California, en el Mar de Cortés.
Ecología-Hábitat
Gymnothorax funebris vive entre las rocas y oquedades de formaciones coralinas, generalmente entre 3 y 30-50 m de profundidad, pero también se puede encontrar en formaciones de manglares y en fondos arenosos.
Morfofisiología
Aunque generalmente mide poco más de un metro y medio, se han capturado ejemplares de 2,5 m y 29 kg. Como en todos los Anguilliformes, faltan las aletas pélvicas y las aletas dorsal, caudal y anal se han fusionado para formar una única cresta de piel larga que se utiliza para un movimiento de natación ondulatorio.
Gymnothorax funebris no tiene una buena vista, pero sí dos vistosas fosas nasales tubulares que indican un olfato extraordinario, que les permite encontrar presas en profundidad incluso en la oscuridad de la noche.
Los orificios branquiales se reducen a dos simples orificios, situados al final de la cabeza, en la prolongación de la boca. El agua no entra por estas para oxigenar las branquias, sino que sale, porque las morenas la toman por la boca, que abren y cierran continuamente, por tanto no como amenaza sino para respirar.
Esto no significa que los dientes en forma de gancho sean claramente visibles. En los adultos, se nota inmediatamente una fila en la mandíbula inferior, mientras que la mandíbula superior tiene dos filas de dientes, más otra en la parte inferior y dientes, llamados vomerinos, en el paladar para sujetar a las presas.
La piel, sin escamas, es en realidad marrón y la librea verdosa con matices amarillos surge del color del moco que segrega para protegerse de bacterias y parásitos.
Algunos ejemplares, especialmente los jóvenes, pueden ser de color marrón o incluso casi negros.
Algunos camarones del Caribe y peces limpiadores como el gobio neón (Elacatinus oceanops) contribuyen a eliminar los parásitos de la piel.
Etología-Biología Reproductiva
Gymnothorax funebris sale al anochecer a cazar peces, sepias y diversas especies de crustáceos. Cuando la presa es demasiado grande para tragarla entera, la envuelve en sus anillos como una serpiente y la devora a mordiscos.
También puede cazar junto meros como Cephalopholis cruentata y compartir el botín, porque cuatro ojos ven mejor que dos.
Generalmente, ni siquiera estas grandes morenas atacan al ser humano y ante la vista de un buceador se dejan acercarse sin miedo porque en la naturaleza, dado su tamaño y su vida oculta, prácticamente no tienen depredadores.
Así que, tras observarlos y olerlos, se retiran tranquilamente, ya que no son ni presas ni depredadores.
Pero no hay que exagerar, y sobre todo no hay que molestarlas cuando se asoman a la entrada de su guarida, porque se sienten amenazadas y defienden enérgicamente su hogar.
Como serpientes, echan la cabeza hacia atrás y golpean con fuerza de arriba a abajo.
No tienen veneno, pero, aparte del dolor y las laceraciones, las heridas son verdaderas inyecciones de patógenos provenientes de las sustancias alimenticias que se descomponen entre los dientes.
Para los desafortunados, cuando atacan con furia, también existe el riesgo de perder el snorkel y ahogarse.
Después de todo, ni siquiera tiene sentido arponearlas para comer, dada la presencia en su carne de ciguatoxina, el veneno producido por una microalga dinoflagelada, Gambierdiscus toxicus.
Los numerosos peces herbívoros, al comerlo, lo acumulan en sus tejidos, y los peces carnívoros, depredándolos, lo concentran día tras día en su organismo. Es evidente que una morena de más de 20 kg que lo ha asimilado durante años está envenenada, pudiendo provocar en los incautos una grave intoxicación alimentaria, sin antídoto, conocida como ciguatera.
Se manifiesta con alteraciones de la sensibilidad, picor, dificultad para tragar, contracciones musculares involuntarias, convulsiones y una percepción alterada, a veces opuesta, del calor y del frío que puede durar meses.
La reproducción de la morena verde es un misterio. Lo que sí es seguro es que no existe el cuidado de los padres.
Parece que existen migraciones reproductivas hacia determinados lugares a los que llegan guiadas por el olfato. Las hembras ponen huevos diminutos y los machos los fertilizan. Flotan hacia la superficie y las larvas también son planctónicas durante varios meses.
Cuando las larvas alcanzan un tamaño de 5-10 cm son planas, similares a hojas alargadas de sauce, con una cabeza muy pequeña y dientes salientes en forma de agujas. Como las de la anguila (Anguilla anguilla), se llaman leptocéfalos y durante cierto tiempo tienen pequeñas aletas pectorales.
En su juventud, Gymnothorax funebris es un animal hermafrodita, pero luego, bajo la influencia de factores ambientales, los sexos se definen, estableciéndose permanentemente.
La resiliencia de la especie es muy baja, con un tiempo mínimo de 14 años para que las poblaciones se dupliquen, y el índice de vulnerabilidad a la pesca es muy alto, incluso con una puntuación de 90 en una escala de 100. Sin embargo, sigue siendo “Least Concern”, es decir. no en peligro, en la evaluación de 2011 de la Lista Roja de especies en peligro de extinción de la UICN.
Sinónimos
Lycodontis funebris Ranzani, 1839.
→ Para informaciones generales sobre peces ver aquí.