Geranios de pensamiento: grandes flores espectaculares en primavera

Son los más majestuosos. Pueden alcanzar casi dos metros de altura. Corolas enormes , de un diámetro entre 7 y 10 cm, reunidas en inflorescencias espectaculares. Sin embargo, sólo florecen una vez al año, en primavera.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Fabian J. Alvarez

 

Geranios de pensamiento, geranios reales, geranios Regal, geranios de florista son todos nombres que resumen las indudables cualidades hortícolas de los híbridos clasificados tiempo atrás como Pelargonium macranthum, y hoy más correctamente como Pelargonium x domesticum.

Derivan esencialmente del Pelargonium cucullatum, introducido en Europa en 1672 por Paul Hermann, un naturalista huésped de la Compañía de las Indias Holandesas, que los había recogido cerca de Cape Town, a lo largo de las pendientes de la Table Mountain, en donde forma aún hoy grandes matas con densas inflorescencias de color rosa-púrpura.

Lo bautizaron cucullatum, o sea “con capucha”, por las hojas replegadas en cono hacia el interior, e hibridado, parece, varias veces, con el Pelargonium angulosum, grandiflorum, capitatum y fulgidum, dio origen a variedades espectaculares, en gran boga en el siglo pasado, de los cuales provienen los actuales.

Grandes hojas dentadas sin dibujos, a menudo enormes, ligeramente perfumadas y tomentosas; y flores espectaculares, las más grandes del género, con 5-9 pétalos y 7-10 cm de diámetro, a menudo bicolores o tricolores, adornadas con manchas y dibujos delineados en forma de pluma. Planas por tendencia, asumen frecuentemente un aspecto acampanado, pues apretadas como están una con la otra, no consiguen abrirse del todo; y el encrespado de los pétalos, desbordando festivamente hacia los lados, da a veces la impresión de una corola doble.

Por desgracia, luego de la brillante “performance” primaveral, muy pocos son los geranios pensamiento que reflorecen; y así, producidos en serie como azaleas o ciclámenes, alimentan a menudo el triste mercado de las “plantas a perder”: ornamentos efímeros para la casa o el balcón, mientras que con un mínimo de atención podrían vivir decenios, alcanzando hasta los 2 m de altura con troncos de 2-3 cm de diámetro.

Entre las formas más fácilmente halladas en el comercio, a las que mantienen con un porte bajo para darle a las plantas un aspecto compacto y globoso, resalta el ‘Gran Slam’, creado por Schmidt en 1950, con pétalos color rojo intenso; el ‘Mikado’, similar pero rosado; ‘Fabiola’, rosa con manchas y estrías de varios tamaños; y ‘Lisa’, con difuminados de color melocotón.

Uno se asombra con el blanco perfecto del ‘Virginia’, el marrón oscuro del ‘Morwenna’, las cinco manchas rojas del ‘Gloriette’ sobre un fondo apenas rosado, las locas manchas zonales del ‘Eckmann’, el triunfo del rosa en el ‘Belvedere’, los insólitos difuminados violáceos de ‘Letha Lilla’, y las corolas aterciopeladas, tendientes al negro, del ‘Black Velvet’. Colores oscuros, purpúreos, y aspecto antiguo evocados también por el ‘Pompei’ y por el ‘Burgundy’, nacido en 1946.

De cruzas de geranios como estos con el Pelargonium crispum, una especie perfumada con pequeñas hojas crespas, se han obtenido formas enanas conocidas como “Angel”.

Es el caso del ‘Catford Belle’, con hojas minúsculas con respecto a las flores; mientras que otras variedades enanas como ‘Sancho Panza’, con hojas substancialmente sin olor, derivarían de mutaciones y selecciones obradas directamente sobre los geranios de pensamiento.

Y no faltan variedades insólitas de porte intermedio, como el ‘Royal Ascott’, de pétalos rojo sangre con una cándida base; ‘Beromunster’, tal vez un “sport” del precedente, en el cual la zona blanca rayada, se ensancha empujando la mancha rosa hacia el ápice; y el ‘Marchioness of Bute’, creado en Inglaterra antes de 1940, con difuminados vinosos y pétalos encrespados, con la superficie inferior más clara, agitándose en el aire en un loco cancán.

LAS DIFERENCIAS

Los geranios de pensamiento soportan mejor el frío que los geranios clásicos, pero requieren generalmente más cuidados.

En verano sus grandes hojas pierden mucha agua, y son por esa razón muy sensibles a la sed; y en invierno, dado que no se pueden tener muy secos, corren riesgo de pudrirse.

Las raíces, más delicadas, requieren un mayor cuidado en los transplantes; y para no dañar sus grandes pétalos, conviene evitar ubicarlos en lugares expuestos a la lluvia y el viento.

Su crecimiento también es diferente. Sin una buena dosis de frío, las yemas florales no se desarrollan.

Bien lo saben los viveristas, que luego de haber hecho crecer los esquejes en invernaderos climatizados, con mínimas de 15-16 °C, en enero-febrero bajan la temperatura a 8-10 °C nocturnos durante 4-6 semanas, hasta que despunten las primeras inflorescencias.

Un verdadero trabajo de expertos, por no hablar del uso de reguladores de crecimiento, como el CCC al 0,2%, para tornar compacta la copa, y de los continuos tratamientos contra la mosca blanca y las fungosis provocadas por Botrytis.

CULTURA

Esto no debe sin embargo espantar a los aficionados, que no tienen necesidad de crear en tiempo récord “súper geranios” en macetitas para impresionar a los clientes. Con pocas plantas los riesgos de enfermedades son modestos, y en general los climas mediterráneos se adaptan bien a las exigencias de la especie.

En Riviera y sobre la Costa Azul, no es raro encontrar ejemplares majestuosos, pegados a los muros, que crecen prácticamente por sí solos; y en las terrazas muchas variedades desafían a los años, la intemperie, y la salinidad, contentándose con un banal montaje de irrigación “gota a gota”.

El medio de cultivo, ligero pero substancioso, debe ser ligeramente ácido (pH comprendido entre 5,5 y 6,5) con cerca del 10-20% de arcilla o tierra de campo, para aumentar el efecto tampón; y para una buena floración conviene usar un fertilizante rico en potasio del tipo 1/0/2 o 1/1/2 de NPK.

Funciona muy bien y tiene un costo irrisorio, el fertilizante utilizado en el cultivo de tomate, y para prolongar la floración primaveral, con la emisión de nuevas yemas, conviene quitar rápidamente las flores marchitas.

Quien guste de llevarse consigo las macetas, y vive en el mar, con una casa de vacaciones en la montaña, tiene luego una segunda “chance”.

Luego de la primera floración mediterránea, basta podar ligeramente las plantas, y transferirlas a 700-1000 m de altura. Aquí, con el frío, luego de algunas semanas de reposo, a menudo los geranios de pensamiento vuelven a tornarse vigorosos, recubriéndose otra vez de flores como normalmente.

Los esquejes se preparan con las consabidas técnicas en agosto, eligiendo las ramas que no han florecido; y para un porte armonioso, arbustivo, los plantones deben ser pinzados al menos dos veces.

 

GARDENIA – 1995

 

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