Geranios de olor: fragancias de rosa, limón, menta y especias

Imitan las fragancias de rosas, limones, menta, pino, nuez moscada y distintas especias. No obstante, su perfume no proviene de las flores sino de las hojas. Fáciles de cultivar, repelen los mosquitos y se utilizan en la cocina.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Fabian J. Alvarez

 

Ningún género como el Pelargonium, posee perfumes tan diversos. Fragancias de rosa, limón, naranja, manzana, melocotón, fresa, almendra, melisa, menta, lavanda, pino, cedro, nuez moscada, coco, sándalo, canela, jengibre y mil especias con graduaciones indefinibles, según la variedad, el ambiente y las técnicas culturales.

Aromas que no provienen de las flores, sino que se desprenden de las hojas, apenas son rozadas, y se revelan imprevistamente, intensísimos, luego de un temporal, o a la mañana cuando desaparece el rocío y su precioso aceite volátil se libera al viento.

Tal vez un mecanismo de protección contra el sol, para reducir la transpiración; tal vez un llamado a los polinizadores; o talvez un casual subproducto del metabolismo.

Los botánicos han dado rienda suelta a fantasiosas hipótesis sobre estos aromas, pero probablemente es sólo un método de desalentar a los herbívoros, en tierras áridas, a menudo predesérticas, donde hay muy poco para comer, y las plantas se defienden con “armas blancas” (espinas) o con “guerra química” (alcaloides) de la voracidad animal. El Profesor J. J. A. Van Der Walt, de la Universidad de Stellenbosch, autor de tres célebres libros sobre los geranios sudafricanos, no tiene ninguna duda acerca de esto.
Para seducir a los pronubos, me explica, extrañas moscas de larga probosis, basta con el néctar y el diseño convergente de los pétalos. No se trata entonces de perfumes para atraer insectos, sino de repelentes; tanto que estos aromas se liberan principalmente por contacto, cuando las hojas son dañadas.

Geraniol, citronelol, linalol, terpenol, alcohol feniletílico, mentol en varias formas, substancias que han atraído enseguida la atención de la industria de perfumes, del jabón y de los cosméticos.

El Pelargonium capitatum, P. radens y P. graveolens, y sus descendientes, ofrecen de hecho materia prima abundante, a buen precio, para la esencia de rosa.

De un kilo de hojas se obtiene cerca de un gramo de aceite perfumado, y vastos cultivos en las Islas de Reunión y Mauricio, en América Central, Rusia; Marruecos, Argelia, España, Francia e Italia meridional, proveen más de 200 toneladas de esencia al año, con una facturación de 10 millones de dólares.

Donde le clima lo consiente, propagar geranios es muy fácil, y basta con poco, como a Massimo e Luigi Cremieux de Sanremo, para volverse coleccionistas.

Hemos iniciado sólo hace tres años, me confiesan, entusiasmados por el artículo de Gardenia sobre los geranios botánicos, y ahora tenemos mas de 1500 plantas y cerca de 450 variedades, entre las cuales muchas con perfume.

Un reciente llamado suyo a Gardenia ha llevado, como en muchos países europeos, a la creación de una Sociedad Italiana de Pelargonios, para promover el conocimiento de estas plantas y el intercambio de esquejes y semillas.

Me guían por los invernaderos y los caminos de un perfumadísimo jardín de Liguria, en terrazas, donde los geranios están en su casa. Fragancias a menudo subjetivas, indescriptibles, como aquella a especias del Pelargonium glutinosum, del P. panduraeforme o de un gigantesco P. quercifolium, casi tan alto como una persona y de un metro de ancho, que invade una pequeña escalera en la roca.

Mira esto! el Pelargonium tétragonum. En los libros no se habla del aroma, pero su perfume pungente de verano llega a los 2 metros de distancia.

En contraste con la “literatura oficial”, que lo querría con olor a “coco”, un Pélargonium grossularioides de minúsculas florcitas, se obstina en oler a fresas.

El ‘Sweet mimosa’ reproduce preciosas esencias de sándalo; el P. x fragrans y el ‘Lady Mary’ imitan la nuez moscada; el P. abrotanifolium el gusto de las avellanas, pero con un toque de especias; el P. denticulatum y el ‘Filicifolium’ las resinas de cedro y pino; el ‘Chlorinda’ el eucalipto, el cedro, la vainilla y para algunos el alcanfor; los ‘Paton’s unique’ y los ‘Scarlet unique’, de bellísimas flores rojas, heredadas del P. fulgidum, un fuerte olor a especias, muy diferente de aquel dulce y que recuerda a mantequilla de su ancestro.

Otros aromas son más definibles: el P. papilionaceum, que en Sudáfrica vive insólitamente a lo largo de arroyos, con los pies en el agua, imita la melisa; el P. tomentosum y el ‘Choccolat-peppermint’ huelen a menta piperita; el P. citronellum, el P. crispum y el P. limoneum, a limón; el ‘Prince of Orange’ a naranja; el ‘Lady Plymouth’, un cultivar feliz del P. gravesolens con hojas embellecidas de un reborde blanco-crema, lidera, desde 1800, las fragancias de rosa; el P. odoratissimum es maestro en reproducir el gusto de las manzanas maduras.

Asombra el hecho que ejemplares vistosos, de 60-80 cm de altura, crecen muy bien hasta en macetitas de 12-15 cm las raíces de los Pelargonium de olor se contentan de hecho con poco espacio y son de una frugalidad legendaria. el compost ideal, bien drenado, no debe ser muy rico: tres partes de tierra arenosa de jardín, una parte de turba, y una parte de arena de río, con una cucharada de harina de huesos y una de harina de sangre cada 10 litros andarán muy bien.

Exceso de fertilizantes químicos y orgánicos, pueden de hecho hacer crecer las hojas demasiado rápido, a costa del perfume.

Para el resto valen las habituales reglas en el tema de geranios: mucho sol, óptimo drenaje, y riegos adecuados. Más abundantes cuando hace calor, hay viento y las plantas son cultivadas en pequeñas macetas, y riegos reducidísimos en invierno cuando entran en reposo. Según el clima habrá entonces que repararlos bajo un alero, en invernadero frío, o en interior iluminado.

Los Pelargonium son muy friolentos y para nada rústicos, pero si la tierra está seca soportan bien, por breves períodos, hasta fuertes descensos de temperatura.

En el Jardín Botánico de Coblenza, que alberga la más rica colección europea de geranios botánicos, una noche, por un incidente, el termómetro descendió a -15 °C, pero no se perdió ninguna planta. Un estancamiento de agua, al contrario, puede matar en pocos días, aun en verano, a la especie más resistente.

La cosecha de hojas, posible a lo largo de todo el ciclo vegetativo, debe ser también la ocasión para renovar las plantas y darles un porte armonioso, arbustivo, con muchas ramas laterales.

Algo difícil con especies desordenadas y postradas como el P. tomentosum, pero importante a los fines estéticos; tanto más que con excepción de algunos híbridos, en flor todo el año, los geranios de olor presentan en general flores muy modestas y de breve duración.

En el cultivo en plena tierra, se realizan usualmente dos podas, una primaveral, apenas pasado el riesgo de heladas; y una estival, que permite obtener al mismo tiempo esquejes vigorosos.

En nuestros climas el mejor período para estos últimos va de mayo a agosto. Es de hecho importante que las jóvenes plantas desarrollen bien las raíces y algunas hojas antes de los rigores invernales.

Se eligen ramas de 7-10 cm, con al menos tres nudos, cortando como siempre, poco abajo del último nudo. Quitadas las hojas basales, se colocan luego a la sombra en una mezcla de arena (75%) y turba, regados cotidianamente, sin excesos, arraigan usualmente sin problemas en 2-6 semanas.

Otro método consiste en poner los esquejes en agua (renovándola de tanto en tanto), en vasitos junto a una ventana. Y apenas las raíces alcanzan el centímetro (más largas y se quebrarían), se meten directamente en el compost definitivo.

La reproducción por semilla es más fácil y rápida de lo que se piensa. Regadas repetidamente para remover los inhibidores de la germinación, estas germinan en 4-10 días en un compost de 1/3 de turba, 1/3 de perlita fina y 1/3 de arena.

Luego de un mes el transplante en macetas de 8 cm. Pequeñas, excepcionales dosis de fertilizante liquido para geranios, las ayudarán a crecer más rápido, y en menos de un año las plantas ya estarán en flor.

El recetario de los usos de los pelargonios aromáticos es verdaderamente infinito. Pot-pourris de hojas secas para perfumar los ambientes; bolsitas y almohadillas aromáticas; confituras, mermeladas, gelatinas, budines, dulces y helados; rellenos, salsas y sopas; tisanas, licores y cocktails; jabón, loción para después de afeitar, crema de belleza y dentífricos; velas olorosas; repelentes para insectos.

Desde que he protegido la terraza con una barrera de geranios de olor, me confirma Massimo Cremieux, no he visto más mosquitos. Una experiencia insólita y agradable, que vale la pena intentar.

 

GARDENIA + SCIENZA & VITA – 1990

 

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