Familia : Fagaceae
Texto © Prof. Paolo Grossoni
Traducción en español por el Prof. José Campos
El género Chrysolepis (nombre compuesto por «χρυσός» (chrysós = oro) y «λεπίς» (lepίs = escama), debido a las numerosas glándulas de color amarillo dorado presentes en la superficie de varios órganos de la planta), consta de dos especies: Chrysolepis chrysophylla (Douglas ex Hook.) Hjelmq. y Chrysolepis sempervirens (Kellog) Hjelmq. Esta última se conoce comúnmente como “Bush golden chinquapin” o “Sierra chinkapin”. Según el Diccionario Merriam-Webster, ‘chinquapin’ o ‘chinkapin’ deriva probablemente de “chechinquamim”, nombre con el que los nativos americanos de habla algonquina de Virginia designaban a algunas especies de la misma familia Fagaceae, presentes en Virginia, que producen erizos que contienen una sola castaña: Castanea pumila (L.) Mill. y Castanea dentata (Marsh.) Borkh. El término se amplió luego a las Castanopsis norteamericanas y también a las asiáticas. La palabra siguió siendo de uso común para las dos especies norteamericanas incluso después de que se incluyeran en el género Chrysolepis.
Chrysolepis sempervirens es un arbusto de 20-150 (250 cm) de altura, con una copa abierta más ancha que alta y con ramas de horizontales a erectas, lisas, de color gris o marrón claro; las ramas jóvenes están cubiertas por una densa pubescencia amarillenta de pelos peltados; las yemas son pequeñas, sésiles y ampliamente ovoides. Como indica el nombre específico, la planta es siempre verde y sus hojas, alternas y dispuestas en espiral, son gruesas y coriáceas, con una lámina de oblonga a oblanceolada, con el ápice más o menos obtuso, de 1,5-8 (10) cm x 1,2-2,5 cm, con el margen entero; el haz es de color verde oscuro brillante y el envés, inicialmente pubescente y de color dorado a herrumbroso, llega a ser glabro y glaucescente con la edad; el pecíolo, de 10-15 mm, está orientado hacia el ápice de la rama.
El aparato radicular tiene una apariencia rizomatosa y puede producir fácilmente vástagos que luego al crecer aumentan la extensión del sistema de raíces y, por lo tanto, también la de la planta.
Es una especie monoica, con las flores dispuestas en inflorescencias masculinas o andróginas que se disponen, erectas, en pequeños grupos en el ápice de las ramas. Las flores presentan un cáliz con sépalos libres; las masculinas tienen una ‘corona’ de 6-15 estambres que rodea un pistilodio estéril mientras que las femeninas se encuentran encerradas en número de 1-3 (o más) en cúpulas unidas a la parte basal de la inflorescencia o, más raramente, reunidas en espiguillas femeninas cortas.
La antesis es estival (julio-agosto) y la polinización es anemógama, aunque los insectos, al ser atraídos por el fuerte olor a almizcle, pueden cubrirse accidentalmente de polen y actuar como polinizadores ‘involuntarios’.
El fruto, que madura en dos años, tiene forma trigonal y mide 8-13 mm de largo. Presenta tegumentos exteriores duros, lignificados, glabros, de color pardo brillante y está completamente encerrado en una cúpula. Esta, que contiene 1-3 frutos, es globosa (2-6 cm de diámetro), de color amarillo dorado y está formada por siete valvas libres: cinco externas, cubiertas por una espesa capa de espinas muy punzantes e irregularmente ramificadas y dos internas, que separan los frutos entre sí. Aunque no es particularmente buscado por el hombre, los frutos son comestibles; las ardillas son particularmente aficionadas a ellos.
Como en casi todas las fagáceas, el número cromosómico es 2n = 24. En el segundo año, entre finales de verano y principios de otoño, los frutos maduran y poco después caen de la cúpula, permaneciendo debajo de la planta. Carecen de latencia y la germinación, de tipo hipogeo, ocurre rápidamente. A pesar de que la mayor parte de los frutos son consumidos por los animales, especialmente ardillas y otros roedores, de tener una baja tasa de germinación y de vivir en áreas frecuentemente afectadas por los incendios, Chrysolepis sempervirens no se considera una especie en peligro de extinción ya que puede propagarse fácilmente mediante la emisión de retoños de raíz.
En los ejes de las inflorescencias de esta planta suelen aparecer estructuras globosas, al principio diminutas y de color gamuza, que luego alcanzan 12-24 mm de diámetro y se vuelven de color rojizo a rojo intenso (debido al color y las dimensiones que tienen, recuerdan al fruto del madroño). No son órganos naturales de la planta sino agallas causadas por Dryocosmus castanopsidis, una avispilla de la familia Cynipidae (orden Hymenoptera) que pone sus huevos dentro de dichos ejes y, con menor frecuencia, en los de Chrysolepis chrysophylla (que vive en el mismo ambiente, pero sin llegar a los extremos altitudinales de la primera). Hay numerosos cinípidos que provocan agallas en muchas fagáceas, especialmente robles, pero al inicio de este siglo la avispa de las agallas del castaño (Dryocosmus kuriphilus) llegó a Europa procedente del este de Asia y ha afectado mucho a los cultivos de castaños, debido a la formación de agallas en las hojas tiernas de este árbol.
Chrysolepis sempervirens crece a menudo a lo largo de las regiones costeras de California y del centro-sur de Oregón en zonas cubiertas por bosques de coníferas o en áreas más áridas cubiertas por chaparral, a 500-1800 m.s.n.m., descendiendo a nivel del mar en las áreas más al norte y húmedas o llegando hasta los 3600 m y superando el límite superior del bosque. En estas regiones, el clima se caracteriza por veranos cálidos y secos, mientras que las precipitaciones (lluvia y nieve) se concentran en el otoño y la primavera.
Esta especie tolera moderadamente la sombra y esto le permite vivir en formaciones jóvenes de coníferas, al menos mientras las copas de estas últimas no cierren completamente el bosque, ya que esto amenazaría su supervivencia; el chinquapin también crece en laderas empinadas con rocas apiladas y escombros donde forma núcleos clonales gracias a su capacidad de producir retoños de raíz. Esto le permite además aprovechar el paso del fuego (pirofitismo) ya que, aunque se quema como otras plantas, puede recuperarse fácilmente al emitir retoños del sistema radicular que permanece ileso tras el incendio. Además, en las laderas pedregosas con presencia de una vegetación discontinua, si no esporádica, es muy difícil que el fuego se propague por ellas.
Sinónimos de esta especie son Castanea chrysophylla Kellogg y Castanopsis chrysophylla var. sempervirens (Kellogg) A.Henry.
La otra especie del género Chrysolepis es Chrysolepis chrysophylla (Douglas ex Hook.) Hjelmq.; se le llama comúnmente “Giant golden chinkapin” y ya de la comparación entre los nombres comunes de ambas especies, se destaca una de las características morfológicas: la altura que alcanza esta segunda especie, que puede superar los 30 m.
Además de ser un árbol erecto con un ritidoma grueso y rugoso, tiene hojas más estrechas que terminan en un ápice alargado y puntiagudo, mientras que el limbo está siempre cubierto en ambas caras por una densa pubescencia dorada; el pecíolo es más corto que el de la otra especie (menos de 10 mm). Está muy extendida en las mismas regiones, pero es más termófila y no supera los 1500 (2000) m de altitud. Existen dos variedades de esta especie: var. chrysophylla, correspondiente a la forma tipo, y var. minor, con porte arbustivo. Donde coexisten ambas, aparecen numerosos individuos de tamaño intermedio. La forma arbustiva se utiliza con fines ornamentales y, debido a su porte, se confunde a menudo con Chrysolepis sempervirens.
Las dos especies se incluyeron previamente en el género Castanopsis (D. Don) Spach pero, debido especialmente a diferencias en la estructura de las cúpulas, Karl J.H. Hjelmquist separó en 1948 las dos especies americanas (todas las demás Castanopsis son asiáticas) y las incluyó en el género Chrysolepis, por lo que los nombres Castanopsis sempervirens (Kellogg) Dudley y Castanopsis chrysophylla A.DC. quedaron como sinónimos.
→ Para apreciar la biodiversidad dentro de la familia de las FAGACEAE clicar aquí.