Familia : Lamnidae
Texto © Giuseppe Mazza
Traducción en español de Victor Mallarino
Conocido como Tiburón blanco, Gran tiburón blanco o Jaquetón, Carcharodon carcharias (Linnaeus 1758) es uno de los tiburones predadores más grandes, con un registro verificado de 6,4 m y 3.175 kg. Es el tercer pez en tamaño, antecedido solo por el tiburón ballena (Rhincodon typus) y el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus).
Pertenece a la clase Chondrichtyes, los peces cartilaginosos, al orden Lamniformes y a la familia Lamnidae, que cuenta solamente con tres géneros y cinco especies. Su cuerpo es cónico y su rostro aguzado; posee cinco hendiduras branquiales en cada lado, que terminan en la aleta pectoral, dientes intimidantes, como dagas, y ojos carentes de membrana nictitante.
Ya circulaba durante el Mioceno y hay registros fósiles que revelan la existencia, a partir del tamaño de los dientes, de un descomunal Charcharodon megalodon de 17 mts, hoy clasificado en la cercana familia Otodontidae, ya extinta.
El nombre del género Carcharodon se origina del término en griego antiguo “κάρχαρος” (kárcharos) que significa afilado, puntiagudo y “ὀδούς” (odóus), diente. El término específico carcharias viene del griego “καρχαρίας” (karcharías) que significa, simplemente, “tiburón”. Se trata, entonces, de un tiburón de dientes puntiagudos.
Zoogeografía
Carcharodon carcharias habita en aguas con temperaturas entre 11 y 24 grados centígrados y, por tanto, está presente en todos los mares, exceptuando el Ártico y las zonas heladas del Antártico. Poco común en el trópico, por el contrario, deambula por el Mediterráneo donde se reproduce en vecindades de Túnez, Sicilia y Malta, sin desplazarse mayores distancias hacia el oriente. No se han registrado avistamientos en las costas de Israel ni a lo largo del Mar Negro. Al parecer, entró accidentalmente por Gibraltar, miles de años atrás, proviniendo de Australia. Estudios recientes de biología molecular sugieren que, en efecto, su parentesco es más cercano con tiburones australianos que con las poblaciones del Atlántico.
Su presencia es frecuente en las costas de California y México, el sur de Australia, Nueva Zelanda y, principalmente, en Sudáfrica donde se organizan excursiones para turistas que desean verlos desde jaulas en del agua o desde una embarcación, mientras los tiburones realizan sorprendentes saltos atacando señuelos en forma de leones marinos, su presa habitual en esas aguas.
Ecología-Hábitat
De costumbres costeras y pelágicas, el gran tiburón blanco se desplaza usualmente en solitario entre los 0 y los 250 m de profundidad. Puede descender hasta los 1200 m, pero se mueve principalmente en la superficie, migrando miles de kilómetros. Es capaz de saltar fuera del agua, como las ballenas, para hacer localizaciones visuales y, con su excepcional sentido del olfato, puede ubicar la presencia de presas terrestres. No se siente particularmente atraído por las aguas salobres, mientras que no desdeña las aguas contaminadas de los puertos, donde entra, quizás, en busca de algún desperdicio. Su número parece estar creciendo al noreste del Pacífico mientras que, comparada con el pasado, su población va en franco declive en el Pacífico sur y al noreste del Atlántico.
Morfofisiología
Hay un registro documentado de 6,4 m y 3.175 kg, pero, en promedio, los machos miden entre 3,4 y 4 m y las hembras, más grandes, entre 4,6 y 4,9 m. Su cuerpo, ligeramente hinchado en su porción central, es fusiforme con ojos negros y pequeños.
El hocico, cónico y puntiagudo, presenta narinas más cercanas a la boca que al ápice. Su boca se abre hacia abajo y la mandíbula posee dientes afilados que sostienen a la presa mientras que los del maxilar superior son serrados lateralmente y usados para cortarla en pedazos.
Las ampollas de Lorenzini, semejantes a poros visibles en el hocico, perciben los impulsos electromagnéticos emitidos por las presas que son localizadas con perfecta precisión aún en la oscuridad, con la ayuda adicional de la línea lateral, muy sensible a las vibraciones del agua. Su sentido del olfato es excelente, capaz de percibir trazas mínimas de sangre. De esta manera, Carcharodon carcharias podría, perfectamente, cazar en la noche pero prefiere hacerlo durante las horas de luz, complaciéndose con su aguda visión, capaz de una excelente percepción de los colores. Sus ojos, por otra parte, son vulnerables, ya que no cuentan con una membrana nictitante; los tiburones blancos están, entonces, obligados a rotarlos hacia las cavidades oculares para evitar lesiones durante un ataque.
Las amplias hendiduras branquiales son cinco a cada lado; la última, un poco más larga que las demás, termina en la unión de las enormes aletas pectorales falcadas. Las aletas ventrales, localizadas, en el caso de los machos, cerca de los pterigopodios, son modestas. La primera aleta dorsal forma un llamativo triángulo equilátero, mientras que la segunda, de posición un poco más posterior que la aleta anal, es reducida como ésta.
La propulsión está encomendada a la enorme aleta caudal en forma de media luna, precedida por un pedúnculo caudal aplanado, de localización dorso-ventral, que se expande hacia los lados como una quilla.
Se trata de un motor que no puede detenerse nunca, ya que, a diferencia de algunos tiburones que pueden descansar en el lecho marino como el tiburón limón (Negaprion brevirostris), el gran tiburón blanco debe permanecer en constante movimiento para oxigenar sus branquias. Es también un motor que le permite nadar a 25 km/h y darle propulsión en increíbles ascensos de hasta 40 km/h, favorecido por la ausencia de vejiga natatoria, cuando ataca desde abajo.
La piel está protegida por escamas diminutas de tres puntas, cubiertas por un esmalte que reduce la fricción con el agua. Son tan pequeñas que la piel aparece casi suave al tacto.
Su dorso es oscuro, con tonalidades que van desde un gris plomizo hasta el marrón y el negro. Su parte inferior es blanca. De esta manera evita el escape de las presas cuando, visto desde arriba, se confunde con el lecho marino y desde abajo se empareja con la claridad del espejo del agua.
Etología, biología reproductiva.
Carcharodon carcharias es un pez muy inteligente ya que no elige a sus presas al azar.
Su dieta es selectiva según la localización: en el Mediterráneo busca atunes, delfines, tortugas marinas, peces espada y otros tiburones. En Sudáfrica y Australia su primera elección son los lobos de pelo y los leones marinos. Desde luego, dada la oportunidad, consume también peces óseos de considerable tamaño, calamares y pulpos.
Las capturas más pequeñas las digiere enteras enteras y para las mayores utiliza la técnica de “golpe y fuga” para así esperar en los alrededores, sin correr ningún riesgo, hasta que la presa muera por pérdida de sangre tras la primera mordida.
Son verdaderos carroñeros de los mares: siguen a los barcos que lanzan por la borda desperdicios y no desprecian los cadáveres de grandes cetáceos o cualquier otro animal.
Su único enemigo natural es la orca (Orcinus orca), significativamente mayor en tamaño, que a menudo viaja en manadas predadoras.
El tiburón blanco tiene también una vida social. Aún si caza solitario se le ve, ocasionalmente, compitiendo con sus congéneres en los lugares donde la caza abunda. Así, se forman agrupaciones alimentarias con jerarquías establecidas a partir del tamaño y dando prioridad a los individuos locales. Las disputas son, generalmente, resueltas con lenguaje corporal predatorio: enseñando los dientes, arqueando el dorso o impactando el agua con la cola. Estas manifestaciones de fuerza desalientan a los rivales y conducen a la formación de clanes de una decena de individuos. La madurez sexual es alcanzada con los 3,8 m de longitud en los machos y 4,5 – 5 m en las hembras.
No se sabe mucho acerca del apareamiento, pero evaluando las trazas que muestran las hembras en sus aletas pectorales, se cree que supone un enlace parecido al de Negaprion brevirostris: durante un desplazamiento sincronizado y paralelo el macho introduce su pterigopodio en la cloaca de la hembra. Pero, en tanto que los tiburones limón son vivíparos placentarios, los alevines del tiburón blanco son ovovivíparos. Esto es, nacen de los huevos fecundados, en el interior del útero y, una vez que han agotado las reservas del saco vitelino, no continúan creciendo a expensas de su madre sino devorando los huevos que no han sido fecundados. Se cree que la gestación dura unos 12 meses. Los alevines son usualmente 7-14 y, al nacer, ya miden 120-150 cms de largo y pesan hasta 30 kg, con una expectativa de vida de unos 70 años.
Se cree popularmente que el gran tiburón blanco representa algún peligro para los nadadores y surfistas porque puede confundir sus siluetas con las de focas y lobos marinos, pero las cifras muestran que entre 1876 y 2010 han sucedido solamente 244 ataques no provocados a humanos, con 65 muertes.
Hoy en día es, más bien, el tiburón quien ha de temer a los seres humanos. Aún si su carne no es tan apreciada y puede acumular muchas sustancias contaminantes a través del tiempo, la pesca continúa para la alimentación, el uso de su piel, el aceite presente en su hígado y la harina de pescado. Sus dientes se venden a los turistas y sus mandíbulas van a parar a los museos.
El intento por conducirlos a grandes cuencas oceánicas ha resultado infructuoso. El acuario de la Bahía de Monterrey, en California, pudo mantener a un espécimen vivo durante 198 días hasta que fue obligado a liberarlo en el océano, al igual que a otros cuatro individuos. Carcharodon carcharias, de hecho, no se alimenta en cautiverio, se estrella contra los cristales de los acuarios y causa heridas a los otros tiburones.
En el presente (2022), el gran tiburón blanco tiene una recuperación baja; son necesarios 14 años para duplicar las poblaciones diezmadas por los diferentes eventos en su contra y el índice de vulnerabilidad a la pesca marca 86 en la escala de 100. La evaluación de la IUCN de noviembre de 2018 y la introducción a la categoría “vulnerable” en su lista roja resulta optimista, ya que estos peces cubren enormes distancias y es posible que algunos individuos hayan sido contados más de una vez.
En un estudio reciente, la Universidad de Standford evalúa la presencia de la especie en solamente 3500 individuos.
Sinónimos
Squalus carcharias Linnaeus, 1758; Carharodon carcharias (Linnaeus, 1758); Squalus caninus Osbeck, 1765; Carcharias lamia Rafinesque, 1810; Carcharias verus Cloquet, 1817; Squalus vulgaris Richardson, 1836; Carcharias vulgaris (Richardson, 1836); Carcharodon smithii Agassiz, 1838; Carcharodon smithi Bonaparte, 1838; Carcharodon rondeletii Müller & Henle, 1839; Carcharodon capensis Smith, 1839; Carcharias atwoodi Storer, 1848; Carcharias maso Morris, 1898; Carcharodon albimors Whitley, 1939.
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