Texto © Giuseppe Mazza
Traducción en español de Ignacio Barrionuevo
Las Araceae son una familia de monocotiledóneas pantropicales con unos pocos representantes en las zonas templadas. Plantas herbáceas, a veces con tubérculos y rizomas, trepadoras con raíces adventicias, epífitas e, incluso, plantas acuáticas flotantes, como las minúsculas especies pertenecientes al género Lemna o la vistosa Pistia stratiotes que ha invadido los trópicos.
En las selvas lluviosas los viejos tallos se endurecen y así, evolutivamente, poco a poco ha aparecido en esta amplia familia alguna rara trepadora leñosa. Muchas especies han fabricado venenos, como la Dieffenbachia, conocidas plantas de interior con un látex irritante en el tallo y las hojas que, tiempo ha, eran introducidas en la boca de los esclavos que gritaban para paralizarles, por varios días, las cuerdas vocales.
Cuando una semilla de Philodendron cae sobre un árbol de la selva, la plántula se fija como puede al soporte y pronto desarrolla una raíz aérea que alcanza el suelo para introducirse entre el humus del sustrato forestal. ¿Y si es bajo el agua? No hay problema. Porque, como mi Monstera que hace de tapicería bioactiva sobre el acuario doméstico lleno de peces, la raíz aérea desarrollará en pocos días una red de raíces acuáticas que proporcionarán el alimento a la planta.
En el gran laboratorio de las selvas húmedas el límite entre especies epifíticas y especies terrestres es verdaderamente tenue y las raíces de algunas aráceas desarrollan tejidos especializados para capturar la humedad ambiental, como ocurre en la impresionante familia de las orquídeas, con el velamen.
La estructura de la inflorescencia es inconfundible: una vistosa espata que atrae a los polinizadores y protege una suerte de columna, denominada espádice, tapizada de innumerables florecillas sentadas.
Partiendo de abajo, el espádice muestra una zona con flores femeninas, seguida de un anillo de flores estériles, para continuar con una zona de flores masculinas y un nuevo anillo de flores estériles. Estas, transformadas en pelos bien dispuestos, permiten al Arum italicum, al Dracunculus vulgaris y a especies afines aprisionar a las moscas hasta la terminación de la polinización, atrayéndolas, además de con la brillante espata, con un aumento de temperatura de la inflorescencia y un irresistible olor a carne podrida que tanto gusta a los huéspedes.
Las flores son ciertamente minúsculas, en ocasiones más pequeñas de 1 mm, como en la conocida Wolffia arrhiza que se lleva el primer premio a la corola más pequeña en el mundo de las flores. Pueden ser hermafroditas o unisexuales, portadas por la misma planta, como hemos explicado para Arum, o por plantas de distinto sexo, denominadas dioicas, como ocurre en el género Arisema.
La fórmula floral incluye un perianto (falta en Lemna ) formado por 4-6 elementos, un androceo con 1-6 estambres, y un gineceo formado generalmente por 3 carpelos connatos (a veces dos, y uno solo en Lemna) con ovario súpero. Los frutos son en general bayas coloreadas para atraer principalmente a las aves o a algunos mamíferos que se ocupan de la dispersión de las semillas.
En los trópicos, los tubérculos de algunas Araceae terminan en la cocina, pero el interés humano por estas plantas reside prevalentemente en la horticultura por el esplendor de sus inflorescencias y la escultural belleza de sus hojas. Las especies que crecen en el sotobosque son en general buenas plantas de interior porque se adaptan a la escasa luminosidad de las paredes domésticas.
Ciertamente es necesaria una elevada humedad pero, exceptuando algunas especies difíciles, como el [Caladium bicolor, son plantas robustas que hacen lo que sea para sobrevivir: pensemos en los géneros Philodendron, Monstera, Epipremnum, Aglaonema, Alocasia, o Dieffenbachia, apreciados por sus hojas, o en las vistosas inflorescencias de los Anthurium y Spathiphyllum, usadas también a menudo como flores cortadas en las composiciones florales.
La Alocasia macrorrhizos crece también bien, con sus majestuosas hojas, en los jardines templados-cálidos y la Zantedeschia aethiopica además de alegrar a los floristas, se adapta sin problema al clima mediterráneo.
Muchos jardines tropicales, pero también muchos invernaderos a lo largo del mundo, rivalizan al cultivar el Amorphophallus titanum que con su inflorescencia fálica de 3 m asombraba tiempo ha a los indígenas, y hoy atrae a los turistas.
La familia de las Araceae cuenta actualmente (2015) con los siguientes géneros:
Aglaodorum, Aglaonema, Alloschemone, Alocasia, Ambrosina, Amorphophallus, Amydrium, Anadendrum, Anaphyllopsis, Anaphyllum, Anchomanes, Anthurium, Anubias, Apoballis, Aridarum, Ariopsis, Arisaema, Arisarum, Arophyton, Arum, Asterostigma, Bakoa, Biarum, Bognera, Bucephalandra, Caladium, Calla, Callopsis, Carlephyton, Cercestis, Chlorospatha, Colletogyne, Colocasia, Croatiella, Cryptocoryne, Culcasia, Cyrtosperma, Dieffenbachia, Dracontioides, Dracontium, Dracunculus, Eminium, Epipremnum, Filarum, Furtadoa, Gearum, Gonatopus, Gorgonidium, Gymnostachys, Hapaline, Helicodiceros, Hestia, Heteropsis, Holochlamys, Homalomena, Incarum, Jasarum, Lagenandra, Lasia, Lasimorpha, Lemna, Lysichiton, Lysichitum, Mangonia, Monstera, Montrichardia, Nephthytis, Ooia, Orontium, Pedicellarum, Peltandra, Philodendron, Philonotion, Phymatarum, Pichinia, Pinellia, Piptospatha, Pistia, Podolasia, Pothoidium, Pothos, Protarum, Pseudodracontium, Pseudohydrosme, Pycnospatha, Remusatia, Rhaphidophora, Rhodospatha, Sauromatum, Scaphispatha, Schismatoglottis, Schottariella, Scindapsus, Spathantheum, Spathicarpa, Spathiphyllum, Spirodela, Stenospermation, Steudnera, Stylochaeton, Stylochiton, Symplocarpus, Synandrospadix, Syngonium, Taccarum, Theriophonum, Typhonium, Typhonodorum, Ulearum, Urospatha, Wolffia, Wolffiella, Xanthosoma, Zamioculcas, Zantedeschia, Zomicarpa, Zomicarpella.
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